"¡Ah!, que red de intrigas tejemos
cuando empezamos a mentir".
Sir Walter Scott
Miento en la cara a las divinidades espaciales
con las mentiras sin reparo,
convoco el hundimiento de las convenciones sociales
Deshago en el insomnio
noches de conversaciones triviales
Y las arrojo a los mares del llanto
Cuidándome de no ser absorbido
por esas olas atemporales
congeladas en la nada.
Miento en la cara a las divinidades temporales
Acabando definitivamente con el crujir
de la geometría compleja de una mirada
Y lo niego todo, lo escondo todo.
Sumergiéndome en millones de espejos fugaces
Y entre cristales disfrazados convoco miles de voces
De miles de seres luchando
por configurar mi único rostro y mi único acento.
Desdibujo traicionero la luna y su gala,
sus titilantes estrellas reflejadas en los vestidos de los hombres
Trastorno para siempre la fosforescencia de un gesto
Burlándome de las máquinas predictivas y sus diplomáticas reglas
No hay personalidades ni obligaciones en mis sociedades secretas
Sólo caos y muerte constante de los cosmos recónditos en cada trivialidad social
Le miento a los mismos espejos que me alimentan, revirtiendo el engaño
Que se confunden luego en mis labios y mis ojos
Resurgiendo entre cenizas mis sueños y mis realidades
Que cada cierto tiempo se enredan en cadencias sexuales
Trastocando los límites opacos de lo imaginario y lo tangible.
Salvador Dalí. Fire, Fire, Fire, 1974.