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Reiniciar [Prosa]

Las computadoras tienen la capacidad de reiniciarse cuando existen fallos importantes que pueden afectar el funcionamiento. Así, esta sencilla operación, a veces automática, evita daños importantes al sistema con consecuencias mínimas.

¿Por qué nosotros, los míseros seres humanos, no tenemos una capacidad tan genial y sencilla?

Imagínate lo que podríamos evitar si pudiéramos ordenarle a nuestro cerebro que suspendiera todas sus funciones superiores y las iniciara de nuevo. Imagina las implicaciones. Por ejemplo, supón que amaneciste torpe y estás haciéndolo todo mal en tu práctica deportiva, o no has dormido muy bien y te despiertas de mal genio. ¿Qué haces? Te reinicias para refrescar tu cuerpo y cerebro, justo como harías con la computadora de tu habitación si comienza a fallar por el malfuncionamiento de un software que se instaló apropiadamente, o si tu explorador de internet se colapsa. Aprietas una tecla y ya está: comienza de nuevo.

O imagina que estás estresado o deprimido y entonces le dices a tu propia mente “Anda, reiníciate y comencemos de nuevo este día tan desafortunado” Te apagas por un momento (cierras los ojos y te acuestas por un minuto) y despiertas automáticamente como nuevo. Tus capacidades mentales vuelven al estado inicial ideal donde funcionan perfectamente.

Las computadoras también se reinician para instalar actualizaciones importantes o nuevos programas. Si tú pudieras hacer eso, te echarías una pequeña siesta mientras tu cerebro crea nuevas conexiones y actualiza tu “sistema” luego de estudiar muchas horas o de aprender una nueva habilidad en tu deporte o videojuego favorito. Por ejemplo, instalarías la actualización “Medal Of Honor: Rising Sun v. 3.6.0” en donde ya eres capaz de superar el último nivel de ese videojuego que tanto te está costando en máxima dificultad.

O imagina actualizar a la hora de irte a dormir todos los cambios importantes en tu día. Imagina tus pupilas mostrando “English Language Database Updating” o “Memory Of Social Interactions Latest Update: Completed”...

¿Algún día nuestra consciencia funcionará de ese modo?

Ciencia ficción Wallpaper
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Fuera de lugar

I

Asimilando la desgastada improvisación
de una conversación cotidiana,
me sumerjo entre palabras insípidas
por medio de un millón de líneas predecibles.

Luego, paso a reciclar los temas sugeridos
por la actividad eléctrica en mi cerebro,
mezclándolos con la actividad eléctrica del viento,
esta última, más interesante.

Finalmente, al asociar el estilo impredecible del clima
desarrollo un nuevo objeto de conversación.

II

Sin embargo,
al provocar una brusca voltereta
en los rutinarios repertorios de mis interlocutores,
me toman por raro.

He evadido todas las clases de cosas
que puedo decir alrededor
de las variaciones típicas de los temas universales
y, conforme a la ocasión,
he dicho algo interpretado como “fuera de lugar”.

III

Estoy cansado
de aquellas rutinas convencionales
en la que tiende a caer
la improvisación colectiva de una charla.

Velocidad,
tono
y ritmo
determinados y prefijados
para comodidad del parloteo.

Silencios incómodos
de no más de cuatro segundos
y risas lo más prolongadas posible,
sin que parezcan antinaturales
o forzadas,
lo cual es una contradicción obvia.

Así se elabora en común una interacción,
sin que nadie preste atención consciente al guión.

IV

Ah, pero bueno,
a veces hay sorpresas,
pero mis giros inesperados en las frases
o en la dirección de la charla
casi nunca son de conformidad
con el tipo de rol que han adoptado los demás.

Al trastocar bruscamente la división conversacional
del trabajo que se ha establecido gradualmente,
termino enunciando frases con poco sentido.

¿Y por qué tanta ineptitud al hablar?
Por afán.
Esperar a un buen tema es aburrido.

Mosca artificial
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Memoria

Condeno una parte de mí
al ostracismo, y con ella,
una parte también de mi memoria.
De este lado sólo tengo algunas cenizas
cuidadosamente guardadas
en un jarrón de cerámica fina.

No quiero recordar mi pasado,
no quiero apariencias de candor débiles.
No quiero responder al llamado impertinente
y celoso de mi memoria,
que se busca a sí misma
en una esperanza ciega y rota,
hechizada por la necesidad de auto-significarse
y convertirse en un futuro brillante
para así redimirse.

Tengo una cerámica para el arrepentimiento,
recubierta de oro,
pero que se desangra profusamente
desde una fuente desconocida e infinita.
Es el desamparo de quedarme sin memoria,
de perder mi esencia y mi aprendizaje.

Pero ya no quiero lecciones antiguas.
No quiero leer en las arrugas de la cerámica
valiosas enseñanzas,
que de todos modos están hechas de trapos rotos
y tristeza.

Quiero dejar de nombrar mis lecciones,
pisarlas fuerte y desecharlas;
las lloraré y las extrañaré
como en una etapa de duelo,
para luego celebrar con regocijo
y un dejo de despersonalización.

No quiero recelos y arrepentimiento,
quiero quemar esa cerámica,
junto con el remordimiento
y el dolor del pasado.

Preparo el fuego
y las llamas inundan el rito.

Justo en el instante fatal,
se me quiebran los brazos y la cerámica rueda
lejos del pequeño infierno que le he preparado.

Paisaje sombrío
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Desvelo

Mis sueños se pelean entre la irrealidad
y la magia de mi cerebro
afianzando conexiones neuronales;
procedimiento que a veces me resulta muy macabro
dado que mis células son aficionadas a las pesadillas.

Lejos de mi hora para dormir
me entrego presuroso a desvelos y entelequias.

Diente de león en una mañana nublada
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Aún no

Aún mis párpados no han sido quemados.
Aún la amargura no toca a mi puerta.
Soy el amo de mi destino.
Esclavo de mi fuerza y mi genialidad.

Aún mi furia vocifera hambrienta de resplandores;
de instantes colmados de aquellas imágenes
donde mantengo mi puño en alto,
celebrando mis logros,
grandes o humildes.

Aún respiro energía
y mis músculos pueden encaminarse
raudos y frenéticos hacia el triunfo y la victoria.

Aún son ambiciosas mis motivaciones
y sólo desean lo mejor,
lo codician de tal manera
que su cólera sigue en crescendo.

Aún no me repliego completamente.
Tengo la oportunidad en mis manos,
ahora más viejas y experimentadas,
y agarran mejor lo que necesitan.

Aún no he mendigado incentivos extrínsecos.
Aún no conozco la verdadera angustia de la incertidumbre.
Permanezco y prevalezco.
Todavía puedo conocer un después al evitar invocar a la muerte.

Todavía soy capaz de transformar el destino
que fabrico a cada momento.
Aún no cae la lluvia equivocada.
Aún mantengo y multiplico mi fortaleza.

Todavía me queda la rigidez de mi compromiso con el futuro.
Aún mis noches no conocen la miseria.
Aún debo seducir al mundo.
Deben conocer la esencia cautivante de mi ser.
Deben conocer mi encanto y mi complejidad agridulce.

Existe todavía una colección acertada de elecciones
en mi mundo sutil y atlético.
Sigo amando el riesgo y la aventura,
y emprenderé una lucha fogosa y decidida
hacia la coronación de mis deseos.

Conservo la intensidad y la fiereza debida
luego de caer y fallar.
Puedo intentarlo un millón de veces más sin desfallecer.

He nacido para ser el mejor en lo que me proponga.
He sido dotado con las mejores herramientas
para elaborar un interesante camino.

Mis mañanas están lejos de decolorarse.
No he olvidado el sonido del éxito.
Mantengo todavía su retozar en mi cerebro.
Anhelando encontrarme de nuevo con él.
No tan sólo intentándolo,
sino haciendo todo lo posible por volver a oírle.

Aún no es demasiado tarde.

Castillo en un lago
 
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