¿De verdad creíste que te dejaría matar esta sinfonía amarga que alimenta mis pasiones?
¿Pensaste que vencerías mi rebeldía a cambio de pequeñas recompensas de cariño y afecto?
¿Creíste acaso que era tan débil y susceptible como para abandonar el coro personal que ofrezco al mundo? |
No permitiré que me arrebates el espíritu combativo para tan sólo encajar en el amor de tu mundo ideal. No quiero que me quites mis palabras fuertes y el hablar duro. Tal vez no soy admirado ni socialmente deseado; pero tengo una originalidad y una particularidad a prueba de todo. Y, a pesar de todo, todavía tengo buenas dosis de carácter, aunque ese carácter sea muy particular y atípico. Puedo decir lo que pienso sin miedo y sin vergüenza. Y no estoy sujeto al deseo de querer encajar entre las personas.
No quiero modificar mi forma para acoplarme como una pieza de rompecabezas formando el paisaje de la deseabilidad social. Quiero ser esa pieza que no se conecta, que no se ajusta en el entramado; esa pieza que se niega a perder su especialidad para perderse en un mar confuso y masificado de seres homogéneos, despojados de toda singularidad. Y es en ese espacio apartado donde me puedo redefinir, no por conveniencia, sino por convencimiento. Soy mi propio líder, mi propio centro de atención, mi propio foco de decisiones fundamentadas.
No quiero modificar mi forma para acoplarme como una pieza de rompecabezas formando el paisaje de la deseabilidad social. Quiero ser esa pieza que no se conecta, que no se ajusta en el entramado; esa pieza que se niega a perder su especialidad para perderse en un mar confuso y masificado de seres homogéneos, despojados de toda singularidad. Y es en ese espacio apartado donde me puedo redefinir, no por conveniencia, sino por convencimiento. Soy mi propio líder, mi propio centro de atención, mi propio foco de decisiones fundamentadas.