La peste anclada en mi vientre,
entre mi cerebro y mis energías.
La peste que me retuerce
con un dolor quejumbroso.
La peste amarrada a mis pasos,
que incesante me carcome el aliento
que incesante me carcome el aliento
La peste recalcitrante
que sostiene la pereza
y la pesadez de mis movimientos.
La peste que me salpica
entre canales de incertidumbre
y lamentaciones coloreadas
de gritos y lágrimas.
Esa peste
es la que ahora guía mi camino