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Entonces…
¿Cómo apartar la reflexión invasora
y el rasgo más humano del que me siento tan orgulloso?
¿Cómo aceptar las precogniciones y los sextos sentidos,
esos poderes paranormales arquetípicos pululantes
y escondidos en ese cerebro reptiliano
tan pequeño y primitivo?
¿Con qué técnica negar esa naturaleza humana básica
que nos enseñó las consecuencias
de nuestro comportamiento
y desafortunadamente
nos diseñó el error y la conciencia?
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“Recuerdos”. Xolotl Polo. Impresión. Papel algodón 100% 290 gr. 80 x 72 cm. |
Estaba solo, encerrado en una increíble lucha interna contra las fuerzas de la conservación melancólica, sumido en sí mismo racionalizando el oro que podía estar a punto de perder, por culpa del presente y del futuro, de lo nuevo.
No estoy exagerando la malicia implícita y cruel de la corrupción del tiempo en su alma. Lo viejo le pudre, le carcome el espíritu. Para él los desechos del pasado son tan terribles y turbios como un río contaminado.
Esa es la razón por la que está alcoholizado y semidesnudo, sentado en medio de su habitación y escuchando ruidos que casi parecen música, en una desesperación sólo comparable a la de una madre contemplando la agonía de un hijo. Está harto de todo lo que le rodea, todo le trae recuerdos, todo es viejo e inútil.
En un arrebato de furia lo quemaría todo, lo estropearía todo; pero tiene miedo, miedo de perderlo y miedo de conservarlo. Se ruega a sí mismo tirarlo todo, y tener el espacio necesario para algo nuevo, algo sin historia, sin vejez, sin ruina ni memorias. Pero está atascado, está fuertemente atado a las maquinaciones de su memoria taciturna y depresiva.
Vida real e idealismos revolcándose orgíasticamente, gloriosos en la patria del ensueño puro, la patria desangrada de la poesía triste y siempre nocturna, ferviente y desolada; la patria del optimismo ingenuo, del deja vú recurrente y de las cacerías furtivas en busca de la huidiza felicidad, que como elixir de la juventud, supondría el fin de todo mal, pero para un único hombre, ese que todos desearíamos ser en el ensueño de aquella hipótesis científica.
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Sin título. Xólotl Polo. Artista Mexicano. |
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The Eye of Surrealist Time, a 1971, hand - signed, mixed media print. |
Me encuentro triste y solo, de nuevo. Aunque creo que siempre he estado sólo. No puedo cerrar los ojos y ceder ante el sueño y el cansancio. No esta vez. Me siento muerto y equivocado. Me siento vivo y sobre-excitado. Me siento caliente. Me siento rojo. La noche ha sembrado sus semillas de desesperación con premura y diligencia. Ya debería estar inconsciente y dormido, pero no esta noche.
Silentes fantasmas surgen de mis fosas nasales, de mis oídos y mis labios. La noche inspira confusión y embotamiento, el frío y el calor se combinan macabros para asechar mi cabeza. No tengo oportunidad de escapar a los tormentos que se acumulan sobre mis sentidos.
Sólo he de esperar esa especie extraña y convulsionada de eclecticismo agobiado que cada cierto tiempo se desquita contra su portador, el mismo que le encarcela y le obliga a reprimirse. No siempre puedo encadenarle. No puedo siempre ignorarle como quien ignora los dolores predecesores de una enfermedad demasiado futura.
El eclecticismo siempre se torna inusual, novedoso; y es que cambia demasiado rápido en la oscuridad y el confinamiento obligado al que le someto. Cada vez que me ataca, lo siento cálido de una manera distinta, enredado en una experiencia escandalosa y terrible para mi mente. Su novedad infalible es la garantía de un desespero negro que desborda la noche.
Se avecina impredecible un aire encerrado y gris que bordea la habitación. Como si una puñalada me arrebatara la vida al ritmo en que se desborda la sangre fuera de mi cuerpo, este aire me envuelve violentamente en una inmovilidad agotadora. No puedo llorar ni lamentarme, ni siquiera suspirar. Estoy paralizado, desvanecido, hiper-consciente.
Me ahogaré el tiempo justo para no terminar con mi vida.
Mis fantasmas se mofarán de mi debilidad y de su autoridad sobre mí, me escupirán a los ojos y darán su último golpe con los bríos propios de un héroe épico. Me dejarán asustado y por fin dormiré, agotado y vencido.
Ni por suerte tenía la oportunidad de escapar
a los tormentos que se avecinaban raudos
sobre mis sentidos adormecidos.
Ni por suerte encontraría tu cariño.
Sólo he de esperar esa especie extraña
y convulsionada de eclecticismo
agobiado y furioso
que cada cierto tiempo
se desquita contra su portador,
el mismo que le encarcela
y le obliga a reprimirse.
No siempre puedo encadenarle.
No puedo siempre ignorarle
como quien ignora los dolores predictores
de una enfermedad demasiado futura.
Y se vuelve inusual,
y cada vez que me encuentro con él,
me parece como algo
que jamás hubiera visto;
y es que cambia demasiado rápido
en la oscuridad
y el confinamiento obligado al que le someto.
Cada vez que me ataca,
lo siento cálido
de una manera distinta,
embelesado y sufriendo,
enredado en una experiencia nueva,
terrible y escandalosa para mi mente.
Su novedad infalible
es una garantía de impredicibilidad desbordante.
Estaba tremendamente triste
y solo, de nuevo...
- Aunque siempre he estado sólo.
No podría cerrar los ojos
y entregarme a Morfeo
con la placidez
con que lo he hecho
tantas miles de veces,
- No esta vez.
Estaba inconsciente,
como si hubiera bebido mucho,
aunque me sentía
muerto y equivocado,
y a un tiempo,
sobre-excitado,
rojo y caliente.
- Sumamente caliente.
La noche había sembrado
sus semillas de desesperación
con diligencia.
Yo debía estar profundamente dormido
para ese entonces.
- Pero no en esta noche
Ah, inspiradora macabra
de los silentes fantasmas
que salen
de las fosas nasales
y de los oídos
y los labios
de mi cuerpo
Cuerpo embotado
y perdido en las confusiones nocturnas
que asechan mi cabeza.
- ¿Y dónde está tu afecto?
Desfallecido
(Enero 11, 2008)
"La felicidad es
una mentira
cuya búsqueda
causa todas las calamidades de la vida".
Flaubert
Triste es la existencia
cuando de cerca
los ojos la
contemplan
adusta es la vida
cuando el alma
del cuerpo
se aleja
Melancólico
y miserable es vivir en agonía;
triste cuando
no se tiene una moraleja
Mustia…
vivir sin lucha ni esperanza;
infame: existir sin
anhelo
¿Qué es esta vida?
¿Acaso una brillante estrella con
miles de años?
Plácido momento es la muerte,
la existencia es la tumba
fría
pálida y trémula estrella plagada de pesares,
plagada de
esperanzas y sueños
lucha constante para escasos instantes felices
¿Qué es
esta vida mía?
¡Cortos días
y noches sombrías,
soledad y silencio…
y
apenas una lágrima brota!
"El adolescente vive en un estado
permanente de embriaguez espiritual".
Platón
--
Se torna lívida mi juventud
y yerta mi energía
¿Son sólo estos malos momentos?
¿Es sólo este un mal sueño?
¿Despertaré mañana
con el fulgor de la dulce vida
en mi rostro?
¿O contemplaré
sombrío
cada nuevo día?

--
Escrito por 'El Delusionista' el 28 de Diciembre del año 2007
"Cuando la necesidad nos arranca palabras sinceras,
cae la máscara y aparece el hombre".
Lucrecio
De rodillas los ojos vuelvo en desesperado anhelo
y gira en torno indiferente el mundo y el cielo
A ti, ¡Oh Dios! las quejas de mi dolor profundo
Fervoroso sin condición yo te envío
mis súplicas y mi corazón, que ya se ha vuelto frío…

--
Escrito por 'El Delusionista' el 11 de Enero del año 2008.
He nacido hastiado; esa es la lepra que me corroe.
Me aburro de la vida, de mí mismo, de los demás, de todo.
A fuerza de voluntad he acabado por adquirir el hábito del trabajo;
pero cuando lo interrumpo, todo mi hastío vuelve a la superficie,
como una carroña hinchada que exhibe su vientre verde y corrompe el aire que respiramos.
Flaubert

Mis pensamientos vibrando terriblemente
hasta la madrugada
tendido yo en el incómodo lecho,
desesperado;
por un dulce sueño
suplicante
intentando exorcizar al demonio
para que mi cama,
cada noche
evada
Se despierta plena
mi furia llameante
en impetuosa cruzada mis nervios explotan
se erige el maldito demonio,
triunfante
--
Cada noche te siento sobre mis ojos caminando
y soplas en mi garganta
ondeando tus centelleantes alas
y me haces beber los acerbos vinos
que mi boca siempre secan
Resuenan mis oídos medrosos
al sentir las incesantes y volcánicas olas
hostigando mi descanso
e infligiendo dolorosa pena
Por favor déjame con mi sueño a solas
Soy tal como un hombre-lobo,
Pero me transformo haya o no luna llena
en una sañuda lid
que termina con el sol…
y cuyos rayos siempre aliviaron
mi sufrimiento y agonía,
y las heridas de la azotadora noche,
¡tan serena!
Mis entrañas amedrentadas bramaron
cuando reconocieron al fin
las luces del amanecer,
tan amadas
y regocijantes los abotagados ojos
también las contemplaron…

--
Escrito el 18 de Marzo de 2008, por 'el Ilusionista'
El hastío que me entra por los ojos me rompe,
desde el punto de vista nervioso,
y además,
sufrir durante mucho tiempo el espectáculo de la multitud
me hunde siempre en ciénagas de tristeza,
donde me asfixio.
Flaubert
I
Con profundo sopor llega la noche, sinuosa
con el silencio sepulcral que sólo suena
en mis dolores
Raya la luna, serena y sin prisa
y plácida ilumina, sin pena
los tristes colores
Sin mácula, el insomnio va caminando
y mórbido comienza gritando
¡tan sonoro!
su cantilena horrorosa
con voz chillona y desdeñosa
… sigue el coro
Infamante consume mi alma rendida
del blando sueño, mil entes
como escorias
me arrancan, en lid perdida
¡Noche sin glorias!
La noche deja de ser silenciosa
insoportable, la cama, espaciosa
¡Resuena el coro!
Cantando a mi oído atento
en interminables corrientes de viento
mi rastro incoloro…
Fogosas llamas en mi frente
a trasmano el sueño apenas
muy callado
Y allí esparcido no se siente
Impetuosa la lluvia dibuja escenas
del sueño quemado
Se esparce ahora su fragancia, apestosa
aplastando con mano, asquerosa
… y se repite el coro
El eco nada grato resuena
y desesperado por tal cantinela
maldigo, y casi, casi lloro
Mi cuerpo se torna más frío
vuela mi suspiro eterno
… con mi acento
desordenado, a cielo envío
el desjarretado rezo externo
¡Sueño no siento!
II
Regálame el sueño, dama y noche hermosa
con labios de rosa
A ti te imploro
que me escuches con ternura
¿No te molesta como murmura
el maldito coro?
El lóbrego lecho mi cuerpo deja
ahora me priva del sueño el deseo tirano
¡Llevo prisa!
Ansioso de Morfeo, la polvareda añeja
suave y deleitosa
III
Infructuosamente ya pasaron
las horas que a mi espíritu costaron
tanto falso lloro
Ostensiblemente una noche desperdiciada
que ya se ve sepultada
¡Ya nada imploro!
--
Escrito el 4 de Mayo del año 2008, por 'El Ilusionista'.
Supongo que me equivoqué. No soy el gran roble cuya robustez estremece los siglos y no soy el hijo mortal de un dios. Las enfermedades comunes carcomen mi vitalidad como a cualquiera, e incluso peor que a cualquiera.
No paro de trastabillar entre frío y sudor intenso, entre dolor de cabeza, sueño y bajones de energía. Supongo que también cometí un error al imaginar que de verdad tenía una super-energía poco común (y es que todos queremos ser especiales en algo).
Casi no he comido y me duelen los ojos; todo el tiempo tengo frío de las rodillas para abajo y cuando no tengo sueño, me fallan las energías.
Tal vez lo peor es el juego psicológico de este monstruo común y dañino: me hace pensar que voy a recuperarme y luego se reagrupa y ataca con fuerza de nuevo, me vende engañifas disfrazadas de esperanza y luego me EMBISTE por la espalda con una fuerza a veces duplicada, hoy pensaba ir al médico pero en la mañana me sentí mejor, sólo para empeorar al comenzar la tarde. No he sido capaz de expeler el virus de mi cuerpo, estoy siendo AGREDIDO sin piedad ni misericordia…
No puedo hacer nada efectivamente; la tos, el flujo nasal, la congestión nasal, el dolor de garganta, el malestar general y la desesperación me tienen encadenado a la cama, a la inactividad. Ni siquiera puedo usar mis gafas porque debo mantener mi garganta lejos del frío, y mi respiración a través de la bufanda empaña los lentes.
¿Existe un miedo más profundo en mí que el miedo a la enfermedad y a la vejez? El futuro siempre es la amenaza más pronta, las posibles heridas en el interior del cuerpo se van abriendo acompasadas al paso del tiempo, gangrenando mis entrañas y cumpliendo las cifras de mis descuidos sanitarios.
Quizá la herida de este monstruo, si me deja vivir, me sirva de tatuaje memorioso sobre mis hábitos en temporada de invierno y no repita los pasos de las lunas anteriores a estas noches. Que esta desafortunada experiencia sea como el recuerdo de un nombre contemplado insistentemente en el pensamiento, cuyo imposible olvido forje las costumbres de un hombre más fuerte y más sensato.
No paro de trastabillar entre frío y sudor intenso, entre dolor de cabeza, sueño y bajones de energía. Supongo que también cometí un error al imaginar que de verdad tenía una super-energía poco común (y es que todos queremos ser especiales en algo).
Casi no he comido y me duelen los ojos; todo el tiempo tengo frío de las rodillas para abajo y cuando no tengo sueño, me fallan las energías.
Tal vez lo peor es el juego psicológico de este monstruo común y dañino: me hace pensar que voy a recuperarme y luego se reagrupa y ataca con fuerza de nuevo, me vende engañifas disfrazadas de esperanza y luego me EMBISTE por la espalda con una fuerza a veces duplicada, hoy pensaba ir al médico pero en la mañana me sentí mejor, sólo para empeorar al comenzar la tarde. No he sido capaz de expeler el virus de mi cuerpo, estoy siendo AGREDIDO sin piedad ni misericordia…
No puedo hacer nada efectivamente; la tos, el flujo nasal, la congestión nasal, el dolor de garganta, el malestar general y la desesperación me tienen encadenado a la cama, a la inactividad. Ni siquiera puedo usar mis gafas porque debo mantener mi garganta lejos del frío, y mi respiración a través de la bufanda empaña los lentes.
¿Existe un miedo más profundo en mí que el miedo a la enfermedad y a la vejez? El futuro siempre es la amenaza más pronta, las posibles heridas en el interior del cuerpo se van abriendo acompasadas al paso del tiempo, gangrenando mis entrañas y cumpliendo las cifras de mis descuidos sanitarios.
Quizá la herida de este monstruo, si me deja vivir, me sirva de tatuaje memorioso sobre mis hábitos en temporada de invierno y no repita los pasos de las lunas anteriores a estas noches. Que esta desafortunada experiencia sea como el recuerdo de un nombre contemplado insistentemente en el pensamiento, cuyo imposible olvido forje las costumbres de un hombre más fuerte y más sensato.
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