Contempla con asombro
la concatenación perfecta de engaños
evaporándose en mi alma
y en mi rostro
De la ilusoria ficción he creado
una orgía de lo aparente y lo oculto.
Trazas y figuras aparentes
absorben sañudamente mis identidades…
Entre configuraciones hipnóticas
enlazo la ilusión con la materia,
confundiendo interminablemente
las imaginaciones de mi inconsciente.
Entretanto,
mi rostro se curva sinuoso
entre yoes descabalados
que se confunden y unen entre sí,
Al final,
mi alma pronuncia sentencias tenebrosas
que me ponen otro nombre
y me arrancan el rostro
Dentro del corazón aplanado,
un catálogo de identidades.
Algunas vivieron tan sólo una noche,
o una cita romántica;
algunas son tan viejas como la cicatriz en mi brazo,
esa que me hice robando eucalipto a dos cuadras de mi casa.
Algunas hacen fila india,
esperando el turno de convertirse
en el yo del momento,
ese que parece tan consistente y fijo
a los ojos de las viejecitas,
y la gente que no vemos hace mucho tiempo.
Unas son como burbujas efervescentes:
apenas tocan la atmosfera de la materialidad
se desvanecen sin decir adiós.
Me gusta hacer burbujas así,
cuando estoy muy feliz
o muy triste,
o sea, para situaciones extremas.
Unas me abandonaron,
otras las abandoné yo.
Las más bonitas son las más frágiles;
las más feas,
las que más uso.
No recuerdo haber tenido una sola,
siempre me parecieron un montón…
Soy una caja de títeres.
un catálogo de identidades.
Algunas vivieron tan sólo una noche,
o una cita romántica;
algunas son tan viejas como la cicatriz en mi brazo,
esa que me hice robando eucalipto a dos cuadras de mi casa.
Algunas hacen fila india,
esperando el turno de convertirse
en el yo del momento,
ese que parece tan consistente y fijo
a los ojos de las viejecitas,
y la gente que no vemos hace mucho tiempo.
Unas son como burbujas efervescentes:
apenas tocan la atmosfera de la materialidad
se desvanecen sin decir adiós.
Me gusta hacer burbujas así,
cuando estoy muy feliz
o muy triste,
o sea, para situaciones extremas.
Unas me abandonaron,
otras las abandoné yo.
Las más bonitas son las más frágiles;
las más feas,
las que más uso.
No recuerdo haber tenido una sola,
siempre me parecieron un montón…
Soy una caja de títeres.
¿Y qué dirá el augur
ahora cuando me he perdido irremediablemente
entre miles de sinfonías,
tan disímiles y tan frágiles como el susurrar del viento?
¿Qué podrá esperarse ahora de mí,
cuando ya me he consumido completamente,
ahogándome entre mares de plomo y tristeza,
En mares inmensos
en los que se encuentran miles de cuerpos míos,
todos devastados e inertes
como rocas a la intemperie?
Ahora las engañifas suculentas
con las que alimentaba al mundo
se alimentan de mí,
ahora soy su esclavo y su presa;
su servidor y su víctima…
Ya no soy capaz de regresar
al inicio del galimatías
que con tanta fruición
creaba
y redimía.
La confusión controlada de la que hice alarde
es ahora apenas una sinfonía
rota y dispersa
en la atmósfera,
en el desorden del que hago parte
y que también me constituye.
La faltriquera secreta
en la que reservaba mi rostro real
se ha roto,
y su contenido se dispersa ahora por el suelo,
rueda y se mezcla con la irrealidad
que no alcancé a guardar
cuando noté que mi bolsillo se desgarraba…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
Encuentra la revista completa en Issuu aquí
ahora cuando me he perdido irremediablemente
entre miles de sinfonías,
tan disímiles y tan frágiles como el susurrar del viento?
¿Qué podrá esperarse ahora de mí,
cuando ya me he consumido completamente,
ahogándome entre mares de plomo y tristeza,
En mares inmensos
en los que se encuentran miles de cuerpos míos,
todos devastados e inertes
como rocas a la intemperie?
Ahora las engañifas suculentas
con las que alimentaba al mundo
se alimentan de mí,
ahora soy su esclavo y su presa;
su servidor y su víctima…
Ya no soy capaz de regresar
al inicio del galimatías
que con tanta fruición
creaba
y redimía.
La confusión controlada de la que hice alarde
es ahora apenas una sinfonía
rota y dispersa
en la atmósfera,
en el desorden del que hago parte
y que también me constituye.
La faltriquera secreta
en la que reservaba mi rostro real
se ha roto,
y su contenido se dispersa ahora por el suelo,
rueda y se mezcla con la irrealidad
que no alcancé a guardar
cuando noté que mi bolsillo se desgarraba…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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Entre el rito acostumbrado
de ajustar el disfraz,
voy triturando mi cobardía,
que se ensordece con el eco perdido
del grito interior
que me reclama un día
sin antifaz… sin máscara,
un día sin camuflaje
ni engaños para el mundo.
¡Pero si esta máscara
es mi vino cotidiano,
mi mentira más fabulosa
que cuanto más fabulosa,
más mentira!
¡Pero si esta máscara
es mi sueño más lúcido
mi trampa más elaborada!
¡Pero si esta máscara
es el alborozo dulce del control,
el placer de la farsa,
la forma sublime de apariencia!
Ajusto el disfraz
Y oriento la máscara.
Se rompe un espejo.
Se quiebra mi rostro
y sonrío con la sangre a borbotones
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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de ajustar el disfraz,
voy triturando mi cobardía,
que se ensordece con el eco perdido
del grito interior
que me reclama un día
sin antifaz… sin máscara,
un día sin camuflaje
ni engaños para el mundo.
¡Pero si esta máscara
es mi vino cotidiano,
mi mentira más fabulosa
que cuanto más fabulosa,
más mentira!
¡Pero si esta máscara
es mi sueño más lúcido
mi trampa más elaborada!
¡Pero si esta máscara
es el alborozo dulce del control,
el placer de la farsa,
la forma sublime de apariencia!
Ajusto el disfraz
Y oriento la máscara.
Se rompe un espejo.
Se quiebra mi rostro
y sonrío con la sangre a borbotones
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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