Dentro del corazón aplanado,
un catálogo de identidades.
Algunas vivieron tan sólo una noche,
o una cita romántica;
algunas son tan viejas como la cicatriz en mi brazo,
esa que me hice robando eucalipto a dos cuadras de mi casa.
Algunas hacen fila india,
esperando el turno de convertirse
en el yo del momento,
ese que parece tan consistente y fijo
a los ojos de las viejecitas,
y la gente que no vemos hace mucho tiempo.
Unas son como burbujas efervescentes:
apenas tocan la atmosfera de la materialidad
se desvanecen sin decir adiós.
Me gusta hacer burbujas así,
cuando estoy muy feliz
o muy triste,
o sea, para situaciones extremas.
Unas me abandonaron,
otras las abandoné yo.
Las más bonitas son las más frágiles;
las más feas,
las que más uso.
No recuerdo haber tenido una sola,
siempre me parecieron un montón…
Soy una caja de títeres.
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