Un ser humano, o más bien, una quimera humana que acepta el equivocarse como la pura magnificencia expresando el arte del azar, trastocando la experiencia humana en su psicología errática y sumamente problemática, siempre contradictoria y siempre bañada indistintamente por la turbulencia del placer y la restricción del deber.
Un monstruo-sujeto que no encaja en los artificios del mundo, y que quizá se merece otro, o que quizá exista para sublevarse contra lo posible y lo imposible, para mostrarle a los dioses del Olimpo, a los impersonales, a los de toda casta divina y a los dioses personales semi-ateos (meros instrumentos receptores de quejas y oraciones, oídos gigantes de los rezos que tienen que llegar a cierto poder universal y subjetivo, al que no se le debe nada, sólo se recibe, y se soluciona el problema de lo incómodo que es rendir culto) que la razón tiene un desertor en su reinado.
Esa quimera que como un niño descocado hace lo que quiere cuando raudas líneas de sangre le impulsan un deseo, deseo sin reprimir, sin filtrar, sin clasificar, sin evaluar; estaba ahora frente a mí en su posibilidad y en su fantasía, fundidas ambas en la carne y los huesos que contemplaban mis ojos escépticos.
Un monstruo-sujeto que no encaja en los artificios del mundo, y que quizá se merece otro, o que quizá exista para sublevarse contra lo posible y lo imposible, para mostrarle a los dioses del Olimpo, a los impersonales, a los de toda casta divina y a los dioses personales semi-ateos (meros instrumentos receptores de quejas y oraciones, oídos gigantes de los rezos que tienen que llegar a cierto poder universal y subjetivo, al que no se le debe nada, sólo se recibe, y se soluciona el problema de lo incómodo que es rendir culto) que la razón tiene un desertor en su reinado.
Esa quimera que como un niño descocado hace lo que quiere cuando raudas líneas de sangre le impulsan un deseo, deseo sin reprimir, sin filtrar, sin clasificar, sin evaluar; estaba ahora frente a mí en su posibilidad y en su fantasía, fundidas ambas en la carne y los huesos que contemplaban mis ojos escépticos.
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