Ahora siento hacia mis semejantes un odio sereno,
o una piedad tan inactiva que es lo mismo.
Flaubert
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Cayeron a mi vista y casi ahogadas
las vi tenderme los ansiosos brazos
y de súbito me llevaron al ‘profundo’ donde yacían sepultadas
Y en aquel sepulcro hecho pedazos
prevalecían las figuras olvidadas
esas que iban siendo atadas con indignos lazos
Atónito contemplaba cada una de aquellas ‘entidades’
que proyectaban imágenes de mis días muertos
era mi pasado más feliz, y le menos recordado, ese libre de soledades
Vi afecto y vi dulzura, vi tanta bondad y obediencia, casi sentía de mi madre los pasados besos
y pude oír de mi infante boca palabras suaves y amorosas… ¡Quedé mudo!
Incluso observé de rodillas al infante pronunciando inocentes rezos
Así fue como penetré en mis secretos; y en mi garganta se hizo un nudo
Huí de mí mismo y encontré grata y feliz, pero pasada ventura
Extrañé lo que era, y me sentí por primera vez desalmado y desnudo
¡Cuánto gozo sin fin! ¡Cuánta ternura
probé en los brazos de mi progenitora amorosa!
Empero, apenas quedaron restos al crecer yo con premura
Luego sentí como la multitud de figuras se ocultaba presurosa
y comprendí que habría desigual lid y numerosos pesares
la frialdad y la indiferencia se preparaban para suprimir toda virtud piadosa
Ya callaban las afables palabras y sangraban los abrazos a mares
perdía la fuerza toda caricia y se debilitaba la generosa mano
“Ya llevaban la muerte a sus ‘hogares’”
Y en tanta dicha el mal ufano
hacía verter las últimas y más pesadas lágrimas, y cesaban los postreros ‘sermones’
se tornaba frío y yerto el vulnerable corazón, cual de piedra anciano.
Salí del ‘profundo’ al terminar una pequeña historia, historia de borrados dones
recreada por el infante inmortal, que a cálidas razones me animaba
recordándome mis inocentes pero ínclitos temores e ingenuas acciones…
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Título original: Reminiscencias y días sin rencor
Fecha: Marzo 18, 2008