Gato

¿Es que acaso soy como un gato?
¿Soy incapaz de percibir los sabores dulces de la vida?

Ciertamente no, pero mi gusto ha probado acerbos jugos tan permanentemente que casi desfallezco. Quiero comprobar que los sabores dulces existen en mi vida.

Y si soy como un gato, entonces tengo 32 músculos en cada oreja y puedo orientar mi sentido del oído a los cantos y a la música, a las palabras dulces y maravillosas, al resonar intrigante e irrepetible de mil instrumentos que profundos me conducen a singulares sensaciones.

He sido tan observador que he entrenado mis sentidos pasivos (oído, olfato y ojos), para percibir cualquier tenue estímulo, y funcionan como espejos que amplifican la más irrisoria sensación, lo que me brinda la capacidad de experimentar valiosas y significativas vivencias con tanta profundidad y rareza.

Gato gris pequeño en el césped

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