La lentitud de la tristeza

Las plegarias mustias
me obligaron a gritar
y a dejar ilusiones.

Recogí mis marchitas palabras
después de que el oráculo
me ordenase sepultar
los cadáveres de mis represiones

En la soledad tiesa
me he revolcado
en visiones de ingenio
me he saciado…

¿Quién puede acusarme de rogar mi salvación?

Es cierto que quise con empeño
romper mi condena
y reordenar el turbio paso del tiempo

Sólo un puñado de búsquedas restan ahora
Perdidas en mis polvorosos arrullos de pánico…

Ah, como si las caídas de los días fuesen quedándose en silencio

Detrás de mis oídos cerrados
hay que atravesar manchas falsificadas
y fenecer a una mirada yerta
hasta encontrar lejanas palabras

Luego, un níveo y nuevo camino:

Es mi pulso frenético
quemando mis inciensos
y desgranando esta corporación de rarezas…

Yosemite

Escrito por El Ilusionista, el 16 de Febrero de 2009

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