Quiero ahora presentarte el alma
de la máquina extraña que fabriqué de niño.
Me tomó mucho tiempo desarrollarla,
aunque no puedo decir
que sea mi más preciado secreto.
Ahora recuerdo que lo llamaba,
pretenciosamente,
el altar.
Un altar de la memoria
que no admite
una única persona en el viaje.
No conocí a nadie
que pudiera hacer el viaje conmigo,
hasta que te conocí.
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