Entelequia


One of Dali's Socialite Portraits
Mrs Harrison Williams - Salvador Dalí

Vivo en un desfile de sueños,
inventando a cada nuevo minuto,
personajes de fantasía,
inspirado por pensamientos mágicos
revoloteando azarosamente en mi cabeza,
aquella fervorosa devota de las ilusiones.

En los reinos ubicados al final del día,
donde jamás temo perderme,
en aquella oscuridad cálida y cómoda,
sumido en adormilamientos
colmados de legiones enteras de pensamientos,
me entrego al mundo nocturno
con los ojos bien cerrados,
y la mente quizá demasiado abierta,
esa que sin afán pero sin duda
se abandona a los brazos inusitados
y profundamente refrescantes
de su inconsciente apresurado y reprimido,
sumamente reprimido.

La represión suelta sus cadenas
al cerrarse los párpados
que no vuelven a abrirse
en gozosas horas
llenas de una libertad inocente,
jugando con colores,
pintando las heridas
que dejan las cadenas
en las muñecas de mis contenidos
globos de pensamiento.

Aquí viven el enamoramiento encantador,
los cantos alucinados
y los millones de anhelos románticos
y universales de mi cabeza,
demasiado suspicaz
para permanecer demasiado atada
a la soledad
y la tremenda melancolía
de la vida real.

Vida real y miseria confundidas
hábil y secretamente
con la esperanza,
con el remordimiento
y el apasionamiento ciego y desmesurado
por lo irreal,
lo inverosímil
y lo milagroso,
pasión ciega
por la redención trascendental,
única y verdadera.

1 comments :

Tu Cambio Es Ahora dijo...

El chico vivía en un desfile de sueños, inventando a cada nuevo minuto, siempre en la fase REM nuevos personajes de fantasía, inspirado por pensamientos mágicos revoloteando azarosamente en su cabeza, aquella fervorosa devota de las ilusiones.
En los reinos ubicados al final del día, donde jamás temió perderse, en aquella oscuridad cálida y cómoda, sumido en adormilamientos colmados de legiones enteras de pensamientos, se entregaba al mundo nocturno con los ojos bien cerrados, y la mente quizá demasiado abierta, esa que sin afán pero sin duda se abandonaba a los brazos inusitados y profundamente refrescantes de su inconsciente apresurado y reprimido, sumamente reprimido.
Esa represión soltaba sus cadenas cuando se cerraban los párpados y no volvían a abrirse en gozosas horas llenas de una libertad infantil e inocente, jugando con los colores, pintando las heridas que dejaban las cadenas en las muñecas de sus reprimidos globos de pensamiento. Aquí vive el enamoramiento encantador, los cantos alucinados y los millones de anhelos románticos y universales en su cabeza, demasiado suspicaz y lista para permanecer tan atada dentro de la soledad y la tremenda melancolía de la vida real.
Vida real y miseria confundidas hábil y secretamente con la esperanza, con el remordimiento y el apasionamiento ciego y desmesurado por lo irreal, lo inverosímil y lo milagro, pasión ciega por la redención trascendental, única y verdadera.

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