Furiosas tintas
desgarran las cavernas de la mente humana
Trastornando el papel sacudido por su rostro hambriento
Las corrientes de la evolución
Son tan sólo cursos sin destino
Un diminuto movimiento
Dentro del espléndido universo
acariciado ahora por la enfermiza razón
de una mente
Que busca el control imposible
Ajeno. Inaccesible.
Maniático,
se retuerce ardiente
el afán humano de analizarlo todo
Evidente anzuelo en ríos espesos
Lodo sin etiquetas
La razón agita la naturaleza
Desordenando sus superfluos placeres
Convirtiéndolos en fríos rompecabezas
Una vaga emoción restituye el sufrimiento del hombre
Su cerebro lame las paredes
Buscando la humedad de las sensaciones
Escondida en miles de palabras
Sus sentimientos
Impalpables delirios
que su letra deshace
en recuerdos polvorientos
Vaporosos entierros secretos,
inútiles como las obsesiones.
El pensamiento
que es un insecto agónico
escribiendo con la sangre que él mismo derrama
En vano intenta alzar la hoguera
con anotaciones recogidas en desesperación
al pie de la ocasión muerta.
Entre la vigilia y el agotamiento inexplicable del sueño,
ideas aplazadas rondan los pliegues de su existencia sucesiva
El delirio nutre la hoguera con sus frágiles aciertos
y le conduce a la orilla de su tortura
Sobre una piedra riega sus débiles fantasías.
Sus planes,
como brebajes ácidos
a veces le dan sosiego
Pero casi siempre le hacen extranjero en mi propia existencia
¿Qué ritual demente ha de cumplir con el polvo de sus huesos?
¿Dónde debe derramar su sangre,
que es tinta,
para firmar en sacrificio la turbulencia de sucesos
en dónde podrá dejar de anticipar para vivir?
Sin cesar
fatiga vías holladas por sus sueños.
El hombre escribe en círculos,
frenéticamente ciego…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 29.
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