El silencio del mundo
Congela mi pecho
Dándome aquel pulso que libera
Haciendo cemento de mis emociones
En el helado infinito,
persiste mi alma sombría
Y por entre los resquicios
saboreo la frialdad
arquetípica de mi género
Perdiendo el color
Sobrevivo
Aunque sin la humana lozanía
De la sensibilidad reservada para la feminidad
Despojado de la emocionalidad
No alcanzo jamás la sosegada cordura
solo,
como abandonado,
con el mísero gemido y el lamento
la razón y la locura
en dura contienda…
aún perduran
Mi masculinidad duerme sobre yertos cadáveres
El tormento y la desventura
de mi sobriedad
absorben y hurtan mis lágrimas
que ya ni me atrevo a regar en privado
Mi hombría
es lividez
Me resta hacer que no sea dolorosa
Y luego adormecerme en extremos
Aquellos que casi se convierten
en una especie de violencia…
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