Omega

No permitiré que alejes de mí el placer que encuentro al tensionar a la gente, cuestionando sus normas sociales y sus convenciones. Puedo oler el miedo, la incertidumbre, la frustración, la envidia y el desequilibrio. Puedo detectar las señales conscientes e inconscientes de las personas, sean como yo, o sean totalmente diferentes; y puedo revertir el proceso: Puedo ocultar mis señales y puedo atacar desde la debilidad y la inferioridad

Un chico tímido e introvertido amilana tanto a un macho alfa que este se siente incapaz de socializar con este, preguntándose qué está haciendo mal y por qué no es capaz de encantar e imponerse sobre este ser tan pequeño y deleznable.

Pierde en su propio campo de juego, se siente confundido y se pierde al lidiar con una persona tan impredecible y diferente; no puede desgarrar a esta supuesta presa fácil, no puede hacerle bromas pesadas, no puede explotar su falta de valía personal, porque no la encuentra, si es que existe. Su mansedumbre y apacibilidad son tan sólidas como una roca, y no presumen, no pelean, no se enfrentan: esquivan y hacen ver en ridículo al macho alfa, como si estuviera lanzando golpes al aire.

Xolotl Polo. Rostros

¿Cómo es esto posible? Es posible porque el poder personal sigue en la persona tímida, está oculto pero es tan o más fuerte que el del macho alfa. La seguridad y la confianza en sí mismo está ahí, sin pavonearse ni exhibirse. Esta capa interna no permite que le irrespeten ni que pasen encima de él, que no hagan alardes de predominio a costa suya. Así no se entrometen abusivamente en su espacio ni se destacan en detrimento suyo.

Incluso el chico introvertido juega con el presunto alfa: La apariencia, postura y lenguaje corporal llaman la atención del macho alfa, que lo ve como presa fácil. Y justo ahí, cuando el alfa intenta verse más grande aprovechando la pequeñez del chico. La invulnerabilidad de este está tan desarrollada que es más grande que la del alfa, que queda en ridículo.

Lo que parece ser una persona encorvada y doblegada, con ropas aburridas y convencionales con la mirada baja, rehuyendo el contacto visual, con los hombros encogidos, ocupando poco espacio, cohibiendo su cuerpo y expresiones y sonriendo nerviosamente no es sino un brillante truco de apariencias para jugar en contra de los que se aprovechan de eso. Es una fachada, una ilusión premeditada.

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