Tengo cúmulos de energía
precipitándose sobre mi cuerpo
La inmovilidad me duele
duele demasiado,
como un confinamiento forzado
como un hombre enterrado vivo.
El ímpetu es tan fuerte que me incomoda
actividad incesante
que carcome mi pulso
La picazón en la sangre revolotea
buscando movimiento
Casi inconsciente, me muevo.
En un breve descuido lo haría, sin más.
Me contengo
Lucho sin ganas contra el estrés
activación más allá de los confines de lo deseado
Es como siempre quise.
Ahora tengo el poder,
tengo el brío.
El fuego interior incendia mis músculos
Y renueva mis huesos.
Quiero desatarlo todo
Llevarlo al límite
Presionar el acelerador
Y, en una liberación placentera
aprovechar las raudas sucesiones
Luego habré de encadenarlo
Y se agitará inquieto
Pero poseeré su furia más que nunca
La acumularé y la haré amurallada
Fuerte y ufana como las murallas de Troya.
Hubo un instante fervoroso
Quizá un poco tarde…
Llegó por el cielo equivocado
Eligiendo los refugios incorrectos
Aquel instante silencioso
Se replegó para renacer
En el tiempo que jamás mira atrás
El que nunca retrocede sus manecillas
Antes iba la energía
Alta,
desenfocada y rauda
Olvidando sus párpados
Pero entró rapaz
El brillante caos
Quizá un poco tarde…
Llegó por el cielo equivocado
Eligiendo los refugios incorrectos
Aquel instante silencioso
Se replegó para renacer
En el tiempo que jamás mira atrás
El que nunca retrocede sus manecillas
Antes iba la energía
Alta,
desenfocada y rauda
Olvidando sus párpados
Pero entró rapaz
El brillante caos
Talentos que todavía no aprovecho,
ingenio, inteligencia y creatividad
sólo orgullosos por dentro,
en la oscuridad,
en la rememoración triste
de los sucesos del día,
en la soledad de un cuarto y un lecho
justo antes de dormir.
No quiero destellos intermitentes
de genio e iluminación,
no quiero inspiración huidiza y especial,
no quiero experiencias cercanas
a la magia ancestral de los indígenas
y los sacrificadores de humanos.
No quiero épocas que visiten mi cerebro encendido y que,
con la llegada de nuevos períodos,
se marchen con la misma evanescencia con la que vinieron.
Quiero hacer de la genialidad
y la diferencia mi talento.
Despertarlo como se despierta
el destino en el momento cumbre de un héroe,
como un irremediable designio sombrío,
inevitable pero apasionado como la eternidad.
Capacidades híbridas
anunciando un alma única
sin un despertar definido.
Un día tendré el impulso,
un día aparecerá la chispa
que encenderá un infierno
o un sol permanentemente.
La vida es como un eco.
Si no estás conforme con lo que estás recibiendo,
préstale atención a lo que estás emitiendo.
Si no estás conforme con lo que estás recibiendo,
préstale atención a lo que estás emitiendo.
He reconocido el poder creativo de la palabra hablada y me reconozco ahora artífice de mi éxito y responsable de mis fracasos y caídas. El lenguaje es mi destino y mi instrumento constructor, con el que me haré cargo de mi propio destino, fabricando todo lo que me sucede en lugar de atribuir los acontecimientos a la buena o mala suerte.
Ahora soy consciente de que todo lo que me sucede comienza en la manera en la que me expreso, ya que las palabras inician un círculo a partir de lo que digo, de modo que esas palabras se convierten en ideas y esquemas mentales que forjarán mi pensamiento, motivado éste a su vez por los sentimientos. Los pensamientos, animados por mis sentimientos darán lugar a mis actitudes, que en conjunto forman mis hábitos, los HERREROS de mi carácter.
Sé ahora que debo estar permanentemente motivado, y que siempre he tenido en mi mente los programas mentales de super-energía, caos, absorción y justificación en mi vida. Y los ESTOY trabajando ahora a partir de mis palabras.
También acepto que mis palabras deben tener una dimensión personal, presente, positiva, persistente y poderosa. En ese sentido, YO soy próspero e inteligente. SOY la presencia de la salud perfecta, que se manifiesta en cada célula de mi cuerpo, aquí y ahora. Yo me siento muy bien. El dinero viene a mi vida de manera abundante, copiosa y sin esfuerzo. ESTOY mejorando mi vida. YO estoy cambiando. A MÍ me está bendiciendo la vida. SOY fuerte, esbelto y un buen jugador de baloncesto y ajedrez. El YO SOY se hace eterno en mi vida. Yo soy un ser maravilloso. Yo soy fuerte y capaz, ahora y en todo momento.
Ahora soy consciente de que todo lo que me sucede comienza en la manera en la que me expreso, ya que las palabras inician un círculo a partir de lo que digo, de modo que esas palabras se convierten en ideas y esquemas mentales que forjarán mi pensamiento, motivado éste a su vez por los sentimientos. Los pensamientos, animados por mis sentimientos darán lugar a mis actitudes, que en conjunto forman mis hábitos, los HERREROS de mi carácter.
Sé ahora que debo estar permanentemente motivado, y que siempre he tenido en mi mente los programas mentales de super-energía, caos, absorción y justificación en mi vida. Y los ESTOY trabajando ahora a partir de mis palabras.
También acepto que mis palabras deben tener una dimensión personal, presente, positiva, persistente y poderosa. En ese sentido, YO soy próspero e inteligente. SOY la presencia de la salud perfecta, que se manifiesta en cada célula de mi cuerpo, aquí y ahora. Yo me siento muy bien. El dinero viene a mi vida de manera abundante, copiosa y sin esfuerzo. ESTOY mejorando mi vida. YO estoy cambiando. A MÍ me está bendiciendo la vida. SOY fuerte, esbelto y un buen jugador de baloncesto y ajedrez. El YO SOY se hace eterno en mi vida. Yo soy un ser maravilloso. Yo soy fuerte y capaz, ahora y en todo momento.
Yo también quiero encontrar el momento
ante el cual extasiarme y rememorar la vida
Yo también aspiro a tener un día
Una oportunidad recurrente, una que no se pueda arruinar
Y complacerme en el mundo sin que el pasado lo pueda trastocar.
Cuando llegue el día
en el que no signifique nada en absoluto
el tiempo servirá un banquete al mundo entero...
No sé cómo exactamente
Pero me divertiré
y empezaré a devorar los restos de mi orgullo
Y deambularé con vanidad controlando el ocio.
¡Hoy será el gran día, todos los días, ese día!
El sueño es una pista,
sólo tengo que darme un poco de tiempo.
Y tantas veces que me he ido
Y he perdido privilegios,
he arriesgado virtudes y desperdiciado bienes.
Y tantas veces me he echado de menos...
Pero no me he decepcionado
Pues el paso comprometido es viaje previsible
Y si alguna vez regreso,
si es que regreso,
ya no seré yo el que habrá desaparecido...
Sino uno que abandonó
insatisfecho con su hastío y desesperación a las espaldas,
y uno que retorna contento y aliviado...
Dejando atrás su miseria y su ufanía...
Aliyah, the Rebirth of Israel, Salvador Dalí. The Zionist Series
ante el cual extasiarme y rememorar la vida
Yo también aspiro a tener un día
Una oportunidad recurrente, una que no se pueda arruinar
Y complacerme en el mundo sin que el pasado lo pueda trastocar.
Cuando llegue el día
en el que no signifique nada en absoluto
el tiempo servirá un banquete al mundo entero...
No sé cómo exactamente
Pero me divertiré
y empezaré a devorar los restos de mi orgullo
Y deambularé con vanidad controlando el ocio.
¡Hoy será el gran día, todos los días, ese día!
El sueño es una pista,
sólo tengo que darme un poco de tiempo.
Y tantas veces que me he ido
Y he perdido privilegios,
he arriesgado virtudes y desperdiciado bienes.
Y tantas veces me he echado de menos...
Pero no me he decepcionado
Pues el paso comprometido es viaje previsible
Y si alguna vez regreso,
si es que regreso,
ya no seré yo el que habrá desaparecido...
Sino uno que abandonó
insatisfecho con su hastío y desesperación a las espaldas,
y uno que retorna contento y aliviado...
Dejando atrás su miseria y su ufanía...
Aliyah, the Rebirth of Israel, Salvador Dalí. The Zionist Series
El tic-tac pernea monótono
Me engaña ocultando la violencia
detrás de sus agujas indescrifrables
Desde allí la incertidumbre se ve al revés
Hasta lo más efímero es demasiado lento
La seguridad de su paso vibra con mayor viveza
Con el tiempo
han muerto cosas en mí que no conozco
Mi voluntad ya no se fatiga sin gracia
Ya la brisa no es sólo viento.
Resta entonces tallar un nuevo tiempo,
una nueva inscripción en mi lápida.
Me engaña ocultando la violencia
detrás de sus agujas indescrifrables
Desde allí la incertidumbre se ve al revés
Hasta lo más efímero es demasiado lento
La seguridad de su paso vibra con mayor viveza
Con el tiempo
han muerto cosas en mí que no conozco
Mi voluntad ya no se fatiga sin gracia
Ya la brisa no es sólo viento.
Resta entonces tallar un nuevo tiempo,
una nueva inscripción en mi lápida.
Contigo siento temblores en el corazón…
Como tambores que encierran miles de pequeñas sensaciones
que atraen brisas propicias
Para navegar alejándome de la costa de mis negras melodías.
Brisas que me alejan de mis propios reflejos herméticos y frugales
pequeñas sensaciones para olvidar mis pupilas inexpresivas,
para olvidar la pasiva agresividad de mis frases descuidadas.
Ya que me he alejado,
traigo conmigo una nueva sonrisa que te agradece
Y me encuentro contigo para renovar mis sueños y esperanzas…
Me tranquilizas tan sólo con el brillo en tus ojos
Con el hermoso monumento de tu piel
Pedestal que sostiene la suavidad de mis palabras.
Es también tu frenesí el que me tranquiliza.
Delirios violentos agudizando mis sentidos,
representando pasiones renovadas
y balbuceos instintivos
Delirios que son los besos de tus labios
Y tus manos que curan
Delirios que son tus caricias
animando mi adormilamiento.
Eres una fuente de descanso
en la que mi alma puede dormir
al sonido de tu respiración
Un descanso y una sorpresa,
así cada nuevo beso.
Así cada nuevo minuto contigo.
Cuando asoman tus facciones delicadas
Noto que son por tus ojos que no pasa el tiempo.
El verte no es sólo un soplo de vida revivido.
Es la resurrección de viejos caminos sin recorrer
Y no es sólo caminar tomados de la mano
Es un baile inmortalizado en la memoria,
construyéndose en un espacio cálido
Siempre recién hecho, siempre nuevo y dulce.
Y una canción mana de mi cabeza
Con la ternura adosada a tu nombre
Y su sonido logra cautivarme siempre y cada vez
Como el jugo refrescante de una fruta.
Con ese zumo inagotable viajo entre músicas
Entre danzas primitivas, entre ritos divinos…
Alrededor de mi luna, que no quema, que no ciega.
Y en mis ojos al contemplarla
Está el fuego de las noches de los primeros adoradores de la humanidad
Y con ese fuego quiero que cada beso te recuerde
la suavidad con la que adoro la luz de mi luna.
Y desde el principio ha sido así…
Lee la versión en prosa
Como tambores que encierran miles de pequeñas sensaciones
que atraen brisas propicias
Para navegar alejándome de la costa de mis negras melodías.
Brisas que me alejan de mis propios reflejos herméticos y frugales
pequeñas sensaciones para olvidar mis pupilas inexpresivas,
para olvidar la pasiva agresividad de mis frases descuidadas.
Ya que me he alejado,
traigo conmigo una nueva sonrisa que te agradece
Y me encuentro contigo para renovar mis sueños y esperanzas…
Me tranquilizas tan sólo con el brillo en tus ojos
Con el hermoso monumento de tu piel
Pedestal que sostiene la suavidad de mis palabras.
Es también tu frenesí el que me tranquiliza.
Delirios violentos agudizando mis sentidos,
representando pasiones renovadas
y balbuceos instintivos
Delirios que son los besos de tus labios
Y tus manos que curan
Delirios que son tus caricias
animando mi adormilamiento.
Eres una fuente de descanso
en la que mi alma puede dormir
al sonido de tu respiración
Un descanso y una sorpresa,
así cada nuevo beso.
Así cada nuevo minuto contigo.
Cuando asoman tus facciones delicadas
Noto que son por tus ojos que no pasa el tiempo.
El verte no es sólo un soplo de vida revivido.
Es la resurrección de viejos caminos sin recorrer
Y no es sólo caminar tomados de la mano
Es un baile inmortalizado en la memoria,
construyéndose en un espacio cálido
Siempre recién hecho, siempre nuevo y dulce.
Y una canción mana de mi cabeza
Con la ternura adosada a tu nombre
Y su sonido logra cautivarme siempre y cada vez
Como el jugo refrescante de una fruta.
Con ese zumo inagotable viajo entre músicas
Entre danzas primitivas, entre ritos divinos…
Alrededor de mi luna, que no quema, que no ciega.
Y en mis ojos al contemplarla
Está el fuego de las noches de los primeros adoradores de la humanidad
Y con ese fuego quiero que cada beso te recuerde
la suavidad con la que adoro la luz de mi luna.
Y desde el principio ha sido así…
Lee la versión en prosa
La travesía de mil millas comienza con un paso.
Lao-Tsé
Temblores en el corazón encierran emocionados miles de pequeñas sensaciones. Atraes una brisa propicia y con ella me alejas, con suaves soplos, de la costa de mis negras melodías. Así olvido mis miradas inexpresivas, olvido también mis reflejos herméticos y frugales y la agresividad pasiva de mis tintas descuidadas.
Después de olvidar, me reúno contigo en un estanque de esperanza, porque me tranquiliza notar el brillo en tus ojos, porque contemplar el hermoso pedestal de tu piel me hace sentir privilegiado, y ese privilegio es la base de la suavidad de mis palabras.
Claro que a veces el frenesí es el que me tranquiliza.
¿Y cuál es ese frenesí? Son delirios violentos que sensibilizan mis sentidos y mi corazón. Son tus besos, tus labios, tus manos que curan. Son las caricias exaltando mi adormilamiento. Es un ánimo renovado, es el balbuceo de mis energías. Y es como si una parte de mi alma descansara en una columna sólida, como si durmiera sinuosa con el ritmo de tu respiración. Es una exquisita sorpresa, así cada nuevo minuto. Así cada nuevo beso.
Desde el principio regresar a ti es una expedición entre dimensiones, que con cada soplo de vida traducen mi felicidad tus facciones en una sonrisa. ¡Y qué bellos ojos! Son por ellos que no pasa el tiempo.
Con una nueva amistad me regalaste la oportunidad de una nueva vida con nuevos pasos y senderos. Y desde el principio camino contigo de la mano como en un baile de inmortales que celebran un nuevo lugar, un sitio cálido que es más que un ambiente perfecto, es también la calidez de algo recién hecho; es un lugar lleno de los ecos de tu dulzura… Yo he llegado a la luna.
Desde el principio, cuando conocí tu nombre, compongo una canción que mana tiernamente de mí. Es como el zumo de un fruto dulce, esa canción es como tu boca. Es un dulce reconfortante y es una boca fascinante. Y desde que me besaste, viajo en una música cantando, con ganas de una danza primitiva. Con ganas de adorar rítmicamente a una divinidad proveedora recreada mágicamente por la imaginación de los primeros hombres.
Danzo vigorosamente y adoro a mi luna con mis gritos, con mi voz, con mi sudor y con mi vivacidad, alrededor de una fogata en las primeras noches de los hombres, mirando al cielo, observando esa Luna que llena mis ojos, reflejo puro del sol y guía protectora en mi oscuridad…
Quizá se note en mis ojos el fuego de la naturaleza, que era Diosa, como la luna que ilumina sin quemar ni cegar… Y quiero que cada beso sea ese rito, que con cada contacto esté adorando la suavidad de mi luna.
Después de olvidar, me reúno contigo en un estanque de esperanza, porque me tranquiliza notar el brillo en tus ojos, porque contemplar el hermoso pedestal de tu piel me hace sentir privilegiado, y ese privilegio es la base de la suavidad de mis palabras.
Claro que a veces el frenesí es el que me tranquiliza.
¿Y cuál es ese frenesí? Son delirios violentos que sensibilizan mis sentidos y mi corazón. Son tus besos, tus labios, tus manos que curan. Son las caricias exaltando mi adormilamiento. Es un ánimo renovado, es el balbuceo de mis energías. Y es como si una parte de mi alma descansara en una columna sólida, como si durmiera sinuosa con el ritmo de tu respiración. Es una exquisita sorpresa, así cada nuevo minuto. Así cada nuevo beso.
Desde el principio regresar a ti es una expedición entre dimensiones, que con cada soplo de vida traducen mi felicidad tus facciones en una sonrisa. ¡Y qué bellos ojos! Son por ellos que no pasa el tiempo.
Con una nueva amistad me regalaste la oportunidad de una nueva vida con nuevos pasos y senderos. Y desde el principio camino contigo de la mano como en un baile de inmortales que celebran un nuevo lugar, un sitio cálido que es más que un ambiente perfecto, es también la calidez de algo recién hecho; es un lugar lleno de los ecos de tu dulzura… Yo he llegado a la luna.
Desde el principio, cuando conocí tu nombre, compongo una canción que mana tiernamente de mí. Es como el zumo de un fruto dulce, esa canción es como tu boca. Es un dulce reconfortante y es una boca fascinante. Y desde que me besaste, viajo en una música cantando, con ganas de una danza primitiva. Con ganas de adorar rítmicamente a una divinidad proveedora recreada mágicamente por la imaginación de los primeros hombres.
Danzo vigorosamente y adoro a mi luna con mis gritos, con mi voz, con mi sudor y con mi vivacidad, alrededor de una fogata en las primeras noches de los hombres, mirando al cielo, observando esa Luna que llena mis ojos, reflejo puro del sol y guía protectora en mi oscuridad…
Quizá se note en mis ojos el fuego de la naturaleza, que era Diosa, como la luna que ilumina sin quemar ni cegar… Y quiero que cada beso sea ese rito, que con cada contacto esté adorando la suavidad de mi luna.
En tu contenedor de rabia y decepción
Pervive impasible esta llama vacilante y fría
Cruel mensajera de la noche
La que destruyó mi luna.
Se abren paso las constelaciones de la oscuridad
Sus sombras ciegas dictan la música de fondo
Y palidecen los cielos
El sol se derrite fiel hasta el último minuto
El agua mira el tiempo y se compadece,
Atenta a las últimas palabras de todo lo moribundo.
Entre la incandescencia de nuestra cercanía
El fuego se consume en medio de nuestra soledad
Y ahora nos está quemando la piel
Ya no deseo mirar
No deseo pronunciar memorables palabras
Nada fue mío
Sólo imaginé la perfección
Con las alas de una inocencia infantil
Pervive impasible esta llama vacilante y fría
Cruel mensajera de la noche
La que destruyó mi luna.
Se abren paso las constelaciones de la oscuridad
Sus sombras ciegas dictan la música de fondo
Y palidecen los cielos
El sol se derrite fiel hasta el último minuto
El agua mira el tiempo y se compadece,
Atenta a las últimas palabras de todo lo moribundo.
Entre la incandescencia de nuestra cercanía
El fuego se consume en medio de nuestra soledad
Y ahora nos está quemando la piel
Ya no deseo mirar
No deseo pronunciar memorables palabras
Nada fue mío
Sólo imaginé la perfección
Con las alas de una inocencia infantil
Las frías palabras,
mías o tuyas,
nunca fueron dichas...
Amo la melancolía breve y perfumada.
iluminada con cierta elegancia,
con cierta fortaleza.
Se parece a una mágica tarde hecha a lápiz
De esas que te despiertan la sensibilidad
casi hasta el sufrimiento.
Me gusta recordar lo más hermoso,
tesoros antiguos
Aunque, a veces, inespecíficamente,
se bosquejan pequeñas punzadas mutiladas
No duelen, pero emanan suspiros
colmados de melancolía, pesimismo y aflicción
Todos con sus dejos de perfeccionismo.
Y a veces la gallardía de la melancolía
se funde conmigo
En silencio,
muy dentro.
Tristeza, displicencia, orgullo, dispersión.
Todas ellas gozan con movimientos desnudos,
con un placer parecido al erotismo.
He vivido con ello,
y cada día es menos difícil.
Tanto que suelo confundirme entre sus carnes.
--
Sucede, sin embargo
Que todo esto es muy complejo,
deteriora cosas.
Para ti es excesivo y desprevenido
Para mí no sobrepasa una cierta carencia de probidad.
Es un eco que tengo destinado.
Nunca se separa de mi experiencia
Si me daña, no lo noto,
como un buen vino en exceso.
--
En todo caso
estoy detenido en un laberinto
porque también arde algo maravilloso en mi juventud.
Es tu mundo.
Que también es un buen vino
Empero, infinitamente más dulce y exquisito
Tu alma evoca cosas fuera del tiempo.
Fuera de la melancolía y las lágrimas del espíritu.
Contigo he tocado el límite de un renacer
en un delirio.
¡En qué fascinante momento estamos!
¡A qué grandiosas novedades nos abandonamos!
--
No puedo protegerte de mí
Del sino que cicatriza
Más con algo de premura
mi cariño sabrá acomodarlo
De la misma manera que ha colocado tu mirada
en un esplendor despierto y lleno
con una promesa atesorada cada mañana
y con la necesidad de una carta que se relee por años.
Así que recordemos los tesoros antiguos
con sus propios consejos y pactos
Juremos cada tanto que comenzaremos caminos mejores
Tenemos la gallardía y los corazones.
Borremos los torvos actos
y las palabras de acero
y las palabras de ácido
Busquemos nuestros labios y el brillo en las pupilas
Seamos felices así no lo merezcamos
Exprimamos la calidez del mundo.
Y démosle la espalda a lo desafortunado con un abrazo.
Sí, es una peligrosa elección
¿Te arriesgas conmigo?
mías o tuyas,
nunca fueron dichas...
A los que corren en un laberinto,
su misma velocidad los confunde.
Séneca
Amo la melancolía breve y perfumada.
iluminada con cierta elegancia,
con cierta fortaleza.
Se parece a una mágica tarde hecha a lápiz
De esas que te despiertan la sensibilidad
casi hasta el sufrimiento.
Me gusta recordar lo más hermoso,
tesoros antiguos
Aunque, a veces, inespecíficamente,
se bosquejan pequeñas punzadas mutiladas
No duelen, pero emanan suspiros
colmados de melancolía, pesimismo y aflicción
Todos con sus dejos de perfeccionismo.
Y a veces la gallardía de la melancolía
se funde conmigo
En silencio,
muy dentro.
Tristeza, displicencia, orgullo, dispersión.
Todas ellas gozan con movimientos desnudos,
con un placer parecido al erotismo.
He vivido con ello,
y cada día es menos difícil.
Tanto que suelo confundirme entre sus carnes.
--
Sucede, sin embargo
Que todo esto es muy complejo,
deteriora cosas.
Para ti es excesivo y desprevenido
Para mí no sobrepasa una cierta carencia de probidad.
Es un eco que tengo destinado.
Nunca se separa de mi experiencia
Si me daña, no lo noto,
como un buen vino en exceso.
--
En todo caso
estoy detenido en un laberinto
porque también arde algo maravilloso en mi juventud.
Es tu mundo.
Que también es un buen vino
Empero, infinitamente más dulce y exquisito
Tu alma evoca cosas fuera del tiempo.
Fuera de la melancolía y las lágrimas del espíritu.
Contigo he tocado el límite de un renacer
en un delirio.
¡En qué fascinante momento estamos!
¡A qué grandiosas novedades nos abandonamos!
--
No puedo protegerte de mí
Del sino que cicatriza
Más con algo de premura
mi cariño sabrá acomodarlo
De la misma manera que ha colocado tu mirada
en un esplendor despierto y lleno
con una promesa atesorada cada mañana
y con la necesidad de una carta que se relee por años.
Así que recordemos los tesoros antiguos
con sus propios consejos y pactos
Juremos cada tanto que comenzaremos caminos mejores
Tenemos la gallardía y los corazones.
Borremos los torvos actos
y las palabras de acero
y las palabras de ácido
Busquemos nuestros labios y el brillo en las pupilas
Seamos felices así no lo merezcamos
Exprimamos la calidez del mundo.
Y démosle la espalda a lo desafortunado con un abrazo.
Sí, es una peligrosa elección
¿Te arriesgas conmigo?
Tu alma me inyecta
Un fervor desmedido
En mi sangre
una voluntad briosa y densa
inventa una fortaleza medieval
para enaltecer tu voz
...
En cada conversación trascendental
tu recuerdo ejecuta
en mis palabras
un rastro solemne
Tus reflejos
que por tantas corrientes
disiparon mi mundo
se forjan desmedidos
En medio de un suspiro trivial
fragmentos míos se lanzan orgullosos
de ser tus hijos
sin parar de sonreír
...
El resto de mi vida
la escribiré con tu tinta
en un semidestino para tus sentidos
Y cuando muera
Mi sonrisa forjará tu esencia
Esa que fue siempre
Mi primera y última
Tras tu conquista
mis alrededores se han evaporado.
Son nuevos latidos
Los que comandan mis pensamientos
En esa injusta y decisiva batalla
Aniquilaste una parte de mi realidad
Ahora tu voz se cuela entre los resquicios
de mi ambiente fragmentado.
En este nuevo mundo,
mi sangre lentamente se despierta
y se prepara para ser dirigida
y ordenada por tu tacto.
Entonces,
noble y firmemente
me impulsas una sonrisa.
Cierro los ojos e inhalo.
El siguiente parpadeo
amenaza tenuemente
con ser distinto
Mis pupilas se alejan de lo inmediato:
Ahora mis ojos recorren tu esencia
en un millón de imágenes.
Abro los ojos y exhalo.
Mi respiración imagina tu nombre
Y con una inscripción finísima
erige un monumento
que planea durar más que mi vida.
Fascinarme con tu magia
en cada palabra iluminada
en cada pensamiento recurrente
en cada locura,
dicha o pensada.
Fascinarme con tu recuerdo
en evocaciones radiantes
llenas de espacio y milenios.
Fascinarme con tus labios
haciéndolos inolvidables con cada suspiro.
Fascinarme con tu imagen
invocándote cada vez más hermosa
Es mi felicidad cotidiana.
en cada palabra iluminada
en cada pensamiento recurrente
en cada locura,
dicha o pensada.
Fascinarme con tu recuerdo
en evocaciones radiantes
llenas de espacio y milenios.
Fascinarme con tus labios
haciéndolos inolvidables con cada suspiro.
Fascinarme con tu imagen
invocándote cada vez más hermosa
Es mi felicidad cotidiana.
El primer parpadeo
ante una tierra nunca antes vista.
Los primeros granos de arena,
hundiéndose bajo los pies
de un explorador atónito.
El primer parpadeo
después de descubrir tus labios.
Los primeros roces de tu tacto,
hundiéndose bajo mi piel ya en trance.
ante una tierra nunca antes vista.
Los primeros granos de arena,
hundiéndose bajo los pies
de un explorador atónito.
El primer parpadeo
después de descubrir tus labios.
Los primeros roces de tu tacto,
hundiéndose bajo mi piel ya en trance.
Un alma sencilla posa
para el pincel de tu tacto.
Inmóvil y emocionada
se apoya en mi cuerpo.
Agitada comparte su imagen
Con una luz menos tenue
ahora haciéndole sombra.
Atenta y arriesgada
Exhibe sus imperfecciones
Su sombra ya cuenta historias
que mi cuerpo recoge.
Se somete a merced del color
en tus pinceles
Y como el alma que apoyaba,
pensativo.
Apoya su brazo derecho en tu alma
Es mi mundo compartiendo el tuyo
Como en la intensidad de una caricia
Cada pincelada
es una entrega.
para el pincel de tu tacto.
Inmóvil y emocionada
se apoya en mi cuerpo.
Agitada comparte su imagen
Con una luz menos tenue
ahora haciéndole sombra.
Atenta y arriesgada
Exhibe sus imperfecciones
Su sombra ya cuenta historias
que mi cuerpo recoge.
Se somete a merced del color
en tus pinceles
Y como el alma que apoyaba,
pensativo.
Apoya su brazo derecho en tu alma
Es mi mundo compartiendo el tuyo
Como en la intensidad de una caricia
Cada pincelada
es una entrega.
Traes la novedad contigo
Traes otro mundo.
Ese, tu mundo fantástico
retoza tímidamente en mi vida
Así mi alegría
oye los cantos locos del universo.
Con esa alegría alcanzo a desorbitarme
viviendo un trance contigo.
Ese trance fascinante ha de ser nuestra historia
Una aventura que no se destruye con un sólo fracaso
Un camino que no se crea con una sola caricia.
Traes otro mundo.
Ese, tu mundo fantástico
retoza tímidamente en mi vida
Así mi alegría
oye los cantos locos del universo.
Con esa alegría alcanzo a desorbitarme
viviendo un trance contigo.
Ese trance fascinante ha de ser nuestra historia
Una aventura que no se destruye con un sólo fracaso
Un camino que no se crea con una sola caricia.
Eres una absolución
Una luz que sólo se enciende
cuando más se necesita.
Hay cosas que se desprenden de mí
cuando no estás
Tú las sostienes.
Por eso,
tengo un mundo
y un muchacho sólo para ti.
Una luz que sólo se enciende
cuando más se necesita.
Hay cosas que se desprenden de mí
cuando no estás
Tú las sostienes.
Por eso,
tengo un mundo
y un muchacho sólo para ti.
Cuando te beso
hay algo que se detiene
Y algo que se mueve más rápido,
y también algo que despierta.
Se siente delicioso,
como con un dulce quebranto adosado.
¡Qué indiferente es el tiempo
a tus caricias y a las mías!
Es la invasión de tu mirada
Que sin proponérselo reinventa la ternura
Vastas anécdotas
Reunidas en el azar y la coincidencia
Y al fondo de nuestra historia,
Lo fantástico.
Nuestros recuerdos revuelan dulcemente
El tiempo no nos percibe
Lo instantáneo se impregna de lentitud
Se llena el cofre de excepciones
Sorpresas sin afanes
Emociones
y amenas palabras.
Instantes que como fotografías
quedan impregnadas en el perfume de la memoria.
hay algo que se detiene
Y algo que se mueve más rápido,
y también algo que despierta.
Se siente delicioso,
como con un dulce quebranto adosado.
¡Qué indiferente es el tiempo
a tus caricias y a las mías!
Es la invasión de tu mirada
Que sin proponérselo reinventa la ternura
Vastas anécdotas
Reunidas en el azar y la coincidencia
Y al fondo de nuestra historia,
Lo fantástico.
Nuestros recuerdos revuelan dulcemente
El tiempo no nos percibe
Lo instantáneo se impregna de lentitud
Se llena el cofre de excepciones
Sorpresas sin afanes
Emociones
y amenas palabras.
Instantes que como fotografías
quedan impregnadas en el perfume de la memoria.
Para honrar ilustremente
Tus besos exquisitos
Hay diferentes elogios
El mío cotidiano es un parpadeo,
Que es un rito:
Como mis ojos,
se abre mi corazón a tu mundo.
Quiero penetrar la atmósfera de tu corazón
que los fragmentos de mis pensamientos taciturnos
vayan cayendo al suspirar
bajo ese aire tuyo.
Y no parar de vivir esa fantástica vida sobrenatural
Y es que a veces me extasío tanto
con el calor de tu respiración
y con la dulce sensación de tocarte.
A veces el frenesí se contiene todo en un abrazo fuerte
que no quisiera soltarte.
No quiero soltarte
porque eres la mejor historia de mi vida.
Una historia de instantes
que buscan calidez
en los senderos de las memorias
tan fuertes como las raíces de los árboles gigantes.
Nuestra historia es un árbol gigante.
Disfruto sumergido de una manera extrañamente familiar en tu vida,
Quiero exponerme a la intemperie
y quiero hacerte un pedestal inmenso,
el pedestal de oro
para la persona más especial en mi vida.
que los fragmentos de mis pensamientos taciturnos
vayan cayendo al suspirar
bajo ese aire tuyo.
Y no parar de vivir esa fantástica vida sobrenatural
Y es que a veces me extasío tanto
con el calor de tu respiración
y con la dulce sensación de tocarte.
A veces el frenesí se contiene todo en un abrazo fuerte
que no quisiera soltarte.
No quiero soltarte
porque eres la mejor historia de mi vida.
Una historia de instantes
que buscan calidez
en los senderos de las memorias
tan fuertes como las raíces de los árboles gigantes.
Nuestra historia es un árbol gigante.
Disfruto sumergido de una manera extrañamente familiar en tu vida,
Quiero exponerme a la intemperie
y quiero hacerte un pedestal inmenso,
el pedestal de oro
para la persona más especial en mi vida.
Tu misterio
Laberinto eterno
aprehendiendo el silencio
… En ese lugar de piedra
y de miedo
Bajé a buscarte
En un vano intento
de redimir tu voz
Laberinto eterno
aprehendiendo el silencio
… En ese lugar de piedra
y de miedo
Bajé a buscarte
En un vano intento
de redimir tu voz
Todos queremos ser especiales, todos queremos ser únicos en algo; o al menos, para alguien. En todos nosotros late ese deseo espiritual y transreal que como un abanico nos refresca la memoria y la imaginación. Todos queremos tener una victoria personal, un don, un talento, una habilidad única, una forma irrepetible de hacer algo. Y es ese quizá nuestro mayor deseo personal, el “ser alguien”, el ser un dios o un semidiós en lo que nos gusta.
¿Existe un deseo más intenso y más apremiante en el alma humana, dejando atrás aquellos deseos naturales y sociales, impuestos por la biología o por los otros?
La televisión y los medios nos venden esa idea (el chico más inteligente de Japón se encuentra una libreta de la muerte en Death Note), nos seducen con la idea de ser los mejores en algo (el mejor asesino en serie en Dexter), de tener lo mejor (una inteligencia excepcional, como la de Lelouch Lamperouge en Code Geass), de disfrutar y hacer lo mejor (los personajes de The Big Bang Theory no tienen problemas de dinero o tiempo).
En una frase, de ser raramente únicos, excepcionalmente diferentes del resto. Ese sentido de singularidad excelsa carcome nuestras ansias, sea o no sea satisfecho, eso es lo menos importante; y se muestra como un redentor a nuestra mediocridad o nuestra falta de virtud (un científico convencional resulta ser capaz de notar los cambios en las líneas del universo en Steins;Gate).
¿Existe un deseo más intenso y más apremiante en el alma humana, dejando atrás aquellos deseos naturales y sociales, impuestos por la biología o por los otros?
La televisión y los medios nos venden esa idea (el chico más inteligente de Japón se encuentra una libreta de la muerte en Death Note), nos seducen con la idea de ser los mejores en algo (el mejor asesino en serie en Dexter), de tener lo mejor (una inteligencia excepcional, como la de Lelouch Lamperouge en Code Geass), de disfrutar y hacer lo mejor (los personajes de The Big Bang Theory no tienen problemas de dinero o tiempo).
En una frase, de ser raramente únicos, excepcionalmente diferentes del resto. Ese sentido de singularidad excelsa carcome nuestras ansias, sea o no sea satisfecho, eso es lo menos importante; y se muestra como un redentor a nuestra mediocridad o nuestra falta de virtud (un científico convencional resulta ser capaz de notar los cambios en las líneas del universo en Steins;Gate).
Supongo que me equivoqué. No soy el gran roble cuya robustez estremece los siglos y no soy el hijo mortal de un dios. Las enfermedades comunes carcomen mi vitalidad como a cualquiera, e incluso peor que a cualquiera.
No paro de trastabillar entre frío y sudor intenso, entre dolor de cabeza, sueño y bajones de energía. Supongo que también cometí un error al imaginar que de verdad tenía una super-energía poco común (y es que todos queremos ser especiales en algo).
Casi no he comido y me duelen los ojos; todo el tiempo tengo frío de las rodillas para abajo y cuando no tengo sueño, me fallan las energías.
Tal vez lo peor es el juego psicológico de este monstruo común y dañino: me hace pensar que voy a recuperarme y luego se reagrupa y ataca con fuerza de nuevo, me vende engañifas disfrazadas de esperanza y luego me EMBISTE por la espalda con una fuerza a veces duplicada, hoy pensaba ir al médico pero en la mañana me sentí mejor, sólo para empeorar al comenzar la tarde. No he sido capaz de expeler el virus de mi cuerpo, estoy siendo AGREDIDO sin piedad ni misericordia…
No puedo hacer nada efectivamente; la tos, el flujo nasal, la congestión nasal, el dolor de garganta, el malestar general y la desesperación me tienen encadenado a la cama, a la inactividad. Ni siquiera puedo usar mis gafas porque debo mantener mi garganta lejos del frío, y mi respiración a través de la bufanda empaña los lentes.
¿Existe un miedo más profundo en mí que el miedo a la enfermedad y a la vejez? El futuro siempre es la amenaza más pronta, las posibles heridas en el interior del cuerpo se van abriendo acompasadas al paso del tiempo, gangrenando mis entrañas y cumpliendo las cifras de mis descuidos sanitarios.
Quizá la herida de este monstruo, si me deja vivir, me sirva de tatuaje memorioso sobre mis hábitos en temporada de invierno y no repita los pasos de las lunas anteriores a estas noches. Que esta desafortunada experiencia sea como el recuerdo de un nombre contemplado insistentemente en el pensamiento, cuyo imposible olvido forje las costumbres de un hombre más fuerte y más sensato.
No paro de trastabillar entre frío y sudor intenso, entre dolor de cabeza, sueño y bajones de energía. Supongo que también cometí un error al imaginar que de verdad tenía una super-energía poco común (y es que todos queremos ser especiales en algo).
Casi no he comido y me duelen los ojos; todo el tiempo tengo frío de las rodillas para abajo y cuando no tengo sueño, me fallan las energías.
Tal vez lo peor es el juego psicológico de este monstruo común y dañino: me hace pensar que voy a recuperarme y luego se reagrupa y ataca con fuerza de nuevo, me vende engañifas disfrazadas de esperanza y luego me EMBISTE por la espalda con una fuerza a veces duplicada, hoy pensaba ir al médico pero en la mañana me sentí mejor, sólo para empeorar al comenzar la tarde. No he sido capaz de expeler el virus de mi cuerpo, estoy siendo AGREDIDO sin piedad ni misericordia…
No puedo hacer nada efectivamente; la tos, el flujo nasal, la congestión nasal, el dolor de garganta, el malestar general y la desesperación me tienen encadenado a la cama, a la inactividad. Ni siquiera puedo usar mis gafas porque debo mantener mi garganta lejos del frío, y mi respiración a través de la bufanda empaña los lentes.
¿Existe un miedo más profundo en mí que el miedo a la enfermedad y a la vejez? El futuro siempre es la amenaza más pronta, las posibles heridas en el interior del cuerpo se van abriendo acompasadas al paso del tiempo, gangrenando mis entrañas y cumpliendo las cifras de mis descuidos sanitarios.
Quizá la herida de este monstruo, si me deja vivir, me sirva de tatuaje memorioso sobre mis hábitos en temporada de invierno y no repita los pasos de las lunas anteriores a estas noches. Que esta desafortunada experiencia sea como el recuerdo de un nombre contemplado insistentemente en el pensamiento, cuyo imposible olvido forje las costumbres de un hombre más fuerte y más sensato.
El instinto me dominará esta vez. Su curiosa e infantil impetuosidad tomarán el control de esa pequeña parte que mi mente obsesiva y compulsiva deja fuera de las reflexiones imperecederas y permanentes que aprisionan cada proceso psicológico en mi siempre abstrusa y pensante cabeza.
El instinto irá en contra de la manía racionalizadora y paralizante que ha amado el control toda su vida porque es lo único que conoce. El instinto aceptará el equivocarse como la magnificencia del azar, de la experiencia humana y de la psicología errática y sumamente problemática, siempre contradictoria y siempre bañada indistintamente por la turbulencia del placer y la restricción del deber.
Extraño el niño descocado que hace lo que quiere cuando raudas líneas de sangre le impulsan un deseo, deseo sin reprimir, sin filtrar, sin clasificar, sin evaluar. Ese que fue reprimido rápidamente y con violencia.
Por eso ahora mi lucha está en la sangre, entre la sangre bombeada por el corazón al mundo, y esa que llega al lóbulo frontal, en ese super-genio ruin que es el cerebro. Ese intravertido y entremetido, alegre en su cápsula craneana echando a perder experiencias y sensaciones novedosas, todo el tiempo.
El cerebro trabaja más que el corazón, y es más insistente y pesado, más influyente y más punzante: Es mi culpa, le hice un gran aliado hace muchos años, y yo mismo rechacé las virtudes del corazón, por dolorosas, por decepcionantes y por tristes, cuando no emocionalmente agigantadas.
¡Qué gran pérdida de pensamientos!
El instinto irá en contra de la manía racionalizadora y paralizante que ha amado el control toda su vida porque es lo único que conoce. El instinto aceptará el equivocarse como la magnificencia del azar, de la experiencia humana y de la psicología errática y sumamente problemática, siempre contradictoria y siempre bañada indistintamente por la turbulencia del placer y la restricción del deber.
Extraño el niño descocado que hace lo que quiere cuando raudas líneas de sangre le impulsan un deseo, deseo sin reprimir, sin filtrar, sin clasificar, sin evaluar. Ese que fue reprimido rápidamente y con violencia.
Por eso ahora mi lucha está en la sangre, entre la sangre bombeada por el corazón al mundo, y esa que llega al lóbulo frontal, en ese super-genio ruin que es el cerebro. Ese intravertido y entremetido, alegre en su cápsula craneana echando a perder experiencias y sensaciones novedosas, todo el tiempo.
El cerebro trabaja más que el corazón, y es más insistente y pesado, más influyente y más punzante: Es mi culpa, le hice un gran aliado hace muchos años, y yo mismo rechacé las virtudes del corazón, por dolorosas, por decepcionantes y por tristes, cuando no emocionalmente agigantadas.
¡Qué gran pérdida de pensamientos!
Esa sensación siempre común pero tan diferente cada vez se conjuga en el arquetipo del más puro arte al percibir por cualquier sentido a una mujer, que jamás llega al hombre con una repetición monótona del mismo atractivo, sino que es muestra siempre de un interés renovado constantemente. Como si en cada mujer hubiera un perfume único, unos ojos únicos, una piel única, un cabello único.
Rasgos únicos, irrepetibles e interminablemente cautivadores, como si fuera una ilusión de los sentidos, el truco femenino del más elaborado engaño, ese que atrapa nuestra atención, envolviéndonos en una ilusión de contraste, destacando el hecho de que no podemos vivir sin ellas.
Simplemente, la mujer absorbe la atención, es un imán de estética y simplicidad perfecta, configuradas tan armoniosamente y en una criatura tan convencional entre lo exótico del universo; que existiendo millones de seres así en este planeta, cada uno es tan singular y único que su tremenda belleza no tiene comparación entre todo lo que existe.
Dios experimentó con Adán, y luego, corrigiendo todo viso de imperfección, creo el verdadero y primer ser humano a imagen y semejanza de la divinidad. La compañía del solitario primer hombre se convirtió en la obra de arte más sublime del creacionismo entero.
Rasgos únicos, irrepetibles e interminablemente cautivadores, como si fuera una ilusión de los sentidos, el truco femenino del más elaborado engaño, ese que atrapa nuestra atención, envolviéndonos en una ilusión de contraste, destacando el hecho de que no podemos vivir sin ellas.
Simplemente, la mujer absorbe la atención, es un imán de estética y simplicidad perfecta, configuradas tan armoniosamente y en una criatura tan convencional entre lo exótico del universo; que existiendo millones de seres así en este planeta, cada uno es tan singular y único que su tremenda belleza no tiene comparación entre todo lo que existe.
Dios experimentó con Adán, y luego, corrigiendo todo viso de imperfección, creo el verdadero y primer ser humano a imagen y semejanza de la divinidad. La compañía del solitario primer hombre se convirtió en la obra de arte más sublime del creacionismo entero.
La hombría no siente
No vive
No experimenta actos dolorosos
No sufre con los espantos nocturnos
Solo grita y maldice
Como un animal que ruge
La hombría no sabe que es el miedo
Pues es fiera y salvaje
Es un torrente airado
Dominante e insensible
Su comportamiento es borrascoso
Su corazón está ahogado
Su alma debe ser áspera
Su palabra es seca y devastadora
No vive
No experimenta actos dolorosos
No sufre con los espantos nocturnos
Solo grita y maldice
Como un animal que ruge
La hombría no sabe que es el miedo
Pues es fiera y salvaje
Es un torrente airado
Dominante e insensible
Su comportamiento es borrascoso
Su corazón está ahogado
Su alma debe ser áspera
Su palabra es seca y devastadora
El silencio del mundo
Congela mi pecho
Dándome aquel pulso que libera
Haciendo cemento de mis emociones
En el helado infinito,
persiste mi alma sombría
Y por entre los resquicios
saboreo la frialdad
arquetípica de mi género
Perdiendo el color
Sobrevivo
Aunque sin la humana lozanía
De la sensibilidad reservada para la feminidad
Despojado de la emocionalidad
No alcanzo jamás la sosegada cordura
solo,
como abandonado,
con el mísero gemido y el lamento
la razón y la locura
en dura contienda…
aún perduran
Mi masculinidad duerme sobre yertos cadáveres
El tormento y la desventura
de mi sobriedad
absorben y hurtan mis lágrimas
que ya ni me atrevo a regar en privado
Mi hombría
es lividez
Me resta hacer que no sea dolorosa
Y luego adormecerme en extremos
Aquellos que casi se convierten
en una especie de violencia…
Congela mi pecho
Dándome aquel pulso que libera
Haciendo cemento de mis emociones
En el helado infinito,
persiste mi alma sombría
Y por entre los resquicios
saboreo la frialdad
arquetípica de mi género
Perdiendo el color
Sobrevivo
Aunque sin la humana lozanía
De la sensibilidad reservada para la feminidad
Despojado de la emocionalidad
No alcanzo jamás la sosegada cordura
solo,
como abandonado,
con el mísero gemido y el lamento
la razón y la locura
en dura contienda…
aún perduran
Mi masculinidad duerme sobre yertos cadáveres
El tormento y la desventura
de mi sobriedad
absorben y hurtan mis lágrimas
que ya ni me atrevo a regar en privado
Mi hombría
es lividez
Me resta hacer que no sea dolorosa
Y luego adormecerme en extremos
Aquellos que casi se convierten
en una especie de violencia…
Empecinados en una imperecedera lucha
por nuestra salvación
Y nacidos para establecer vías infinitas
hacia la felicidad inalcanzable
Los hombres somos
por naturaleza
ángeles de la muerte
A través del espacio y del tiempo
explotamos insistentemente nuestras almas
con el fin único y desolador
de encontrar el elixir de la felicidad de nuestra especie.
Somos nuestras propias vías de desperdicio
consumiéndonos los segundos de los demás…
como buitres
En nuestros cerebros carcomidos por la razón
levantamos un límite de tiempo y espacio
en donde somos guerreros,
siempre encaminados a la destrucción
En la noche nos esconderemos
en los resquicios más oscuros
de nuestra mente
Al amanecer acometeremos otra vez la lucha
cara a cara con miles de espejismos
entre caminos maliciosos
llenos de sangre y violencia
Los verdaderos ángeles de la muerte
deleitándose con nuestra autodestrucción,
nos felicitarán por nuestra independencia
de la vida y de la muerte
de sus ángeles y sus aves
Nosotros mismos hemos hecho su trabajo
Destrozándonos la carne
Y condenándonos al verdadero infierno de la putrefacción
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 30.
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por nuestra salvación
Y nacidos para establecer vías infinitas
hacia la felicidad inalcanzable
Los hombres somos
por naturaleza
ángeles de la muerte
A través del espacio y del tiempo
explotamos insistentemente nuestras almas
con el fin único y desolador
de encontrar el elixir de la felicidad de nuestra especie.
Somos nuestras propias vías de desperdicio
consumiéndonos los segundos de los demás…
como buitres
En nuestros cerebros carcomidos por la razón
levantamos un límite de tiempo y espacio
en donde somos guerreros,
siempre encaminados a la destrucción
En la noche nos esconderemos
en los resquicios más oscuros
de nuestra mente
Al amanecer acometeremos otra vez la lucha
cara a cara con miles de espejismos
entre caminos maliciosos
llenos de sangre y violencia
Los verdaderos ángeles de la muerte
deleitándose con nuestra autodestrucción,
nos felicitarán por nuestra independencia
de la vida y de la muerte
de sus ángeles y sus aves
Nosotros mismos hemos hecho su trabajo
Destrozándonos la carne
Y condenándonos al verdadero infierno de la putrefacción
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 30.
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Las ruinas
de los estremecimientos decrépitos
de la humanidad
empiezan a derrumbarse
En su mortal fragilidad
El hombre soporta la sacudida de la tierra
que arde de nuevo
en un afán de regenerarse a sí misma
y de paso
deshacerse de su destructor
Sumido en un profundo sopor
Queriendo huir de su destino
El hombre vierte lágrimas
desde la cueva de su pecho
Humedeciendo las vendas insólitas de la locura
Los estallidos
Escondidos bajo oleajes de escombros
Lo ahuyentan hacia las cavernas
Hurgando sus atormentados corazones
Gritos intensos
Abarcan la vida
Recogiendo las máculas de la civilización
Ahora hechas retazos
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 30.
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de los estremecimientos decrépitos
de la humanidad
empiezan a derrumbarse
En su mortal fragilidad
El hombre soporta la sacudida de la tierra
que arde de nuevo
en un afán de regenerarse a sí misma
y de paso
deshacerse de su destructor
Sumido en un profundo sopor
Queriendo huir de su destino
El hombre vierte lágrimas
desde la cueva de su pecho
Humedeciendo las vendas insólitas de la locura
Los estallidos
Escondidos bajo oleajes de escombros
Lo ahuyentan hacia las cavernas
Hurgando sus atormentados corazones
Gritos intensos
Abarcan la vida
Recogiendo las máculas de la civilización
Ahora hechas retazos
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 30.
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Furiosas tintas
desgarran las cavernas de la mente humana
Trastornando el papel sacudido por su rostro hambriento
Las corrientes de la evolución
Son tan sólo cursos sin destino
Un diminuto movimiento
Dentro del espléndido universo
acariciado ahora por la enfermiza razón
de una mente
Que busca el control imposible
Ajeno. Inaccesible.
Maniático,
se retuerce ardiente
el afán humano de analizarlo todo
Evidente anzuelo en ríos espesos
Lodo sin etiquetas
La razón agita la naturaleza
Desordenando sus superfluos placeres
Convirtiéndolos en fríos rompecabezas
Una vaga emoción restituye el sufrimiento del hombre
Su cerebro lame las paredes
Buscando la humedad de las sensaciones
Escondida en miles de palabras
Sus sentimientos
Impalpables delirios
que su letra deshace
en recuerdos polvorientos
Vaporosos entierros secretos,
inútiles como las obsesiones.
El pensamiento
que es un insecto agónico
escribiendo con la sangre que él mismo derrama
En vano intenta alzar la hoguera
con anotaciones recogidas en desesperación
al pie de la ocasión muerta.
Entre la vigilia y el agotamiento inexplicable del sueño,
ideas aplazadas rondan los pliegues de su existencia sucesiva
El delirio nutre la hoguera con sus frágiles aciertos
y le conduce a la orilla de su tortura
Sobre una piedra riega sus débiles fantasías.
Sus planes,
como brebajes ácidos
a veces le dan sosiego
Pero casi siempre le hacen extranjero en mi propia existencia
¿Qué ritual demente ha de cumplir con el polvo de sus huesos?
¿Dónde debe derramar su sangre,
que es tinta,
para firmar en sacrificio la turbulencia de sucesos
en dónde podrá dejar de anticipar para vivir?
Sin cesar
fatiga vías holladas por sus sueños.
El hombre escribe en círculos,
frenéticamente ciego…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 29.
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desgarran las cavernas de la mente humana
Trastornando el papel sacudido por su rostro hambriento
Las corrientes de la evolución
Son tan sólo cursos sin destino
Un diminuto movimiento
Dentro del espléndido universo
acariciado ahora por la enfermiza razón
de una mente
Que busca el control imposible
Ajeno. Inaccesible.
Maniático,
se retuerce ardiente
el afán humano de analizarlo todo
Evidente anzuelo en ríos espesos
Lodo sin etiquetas
La razón agita la naturaleza
Desordenando sus superfluos placeres
Convirtiéndolos en fríos rompecabezas
Una vaga emoción restituye el sufrimiento del hombre
Su cerebro lame las paredes
Buscando la humedad de las sensaciones
Escondida en miles de palabras
Sus sentimientos
Impalpables delirios
que su letra deshace
en recuerdos polvorientos
Vaporosos entierros secretos,
inútiles como las obsesiones.
El pensamiento
que es un insecto agónico
escribiendo con la sangre que él mismo derrama
En vano intenta alzar la hoguera
con anotaciones recogidas en desesperación
al pie de la ocasión muerta.
Entre la vigilia y el agotamiento inexplicable del sueño,
ideas aplazadas rondan los pliegues de su existencia sucesiva
El delirio nutre la hoguera con sus frágiles aciertos
y le conduce a la orilla de su tortura
Sobre una piedra riega sus débiles fantasías.
Sus planes,
como brebajes ácidos
a veces le dan sosiego
Pero casi siempre le hacen extranjero en mi propia existencia
¿Qué ritual demente ha de cumplir con el polvo de sus huesos?
¿Dónde debe derramar su sangre,
que es tinta,
para firmar en sacrificio la turbulencia de sucesos
en dónde podrá dejar de anticipar para vivir?
Sin cesar
fatiga vías holladas por sus sueños.
El hombre escribe en círculos,
frenéticamente ciego…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 16 de la Universidad Nacional de Colombia. página 29.
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Las lágrimas no son mías,
los gritos no son míos,
son de otros.
Todo lo que se marchita
es de alguien más,
un mío que no puedo ser yo
Invento desesperadamente
cientos clonados,
cientos míos
salpicándolos con máscaras de miedo
y cobardía;
maquillándolos con la vergüenza
de sentir vergüenza.
Las debilidades y los temores
colapsan irremediablemente
contra la dureza de mis invenciones.
No hay dolor bajo mis máscaras
no hay dolor
en mis disfraces.
Desaparezco encima de otro mío
un mío clonado.
que no mira atrás,
que no deja un solo rastro.
En el tormento
de mis transformaciones
inclino la cabeza y
vuelvo a levantarla siendo alguien más.
no soy yo
nunca lo fui
…
La lluvia borra mis huellas
y el polvo humedecido
sepulta mis recuerdos.
los gritos no son míos,
son de otros.
Todo lo que se marchita
es de alguien más,
un mío que no puedo ser yo
Invento desesperadamente
cientos clonados,
cientos míos
salpicándolos con máscaras de miedo
y cobardía;
maquillándolos con la vergüenza
de sentir vergüenza.
Las debilidades y los temores
colapsan irremediablemente
contra la dureza de mis invenciones.
No hay dolor bajo mis máscaras
no hay dolor
en mis disfraces.
Desaparezco encima de otro mío
un mío clonado.
que no mira atrás,
que no deja un solo rastro.
En el tormento
de mis transformaciones
inclino la cabeza y
vuelvo a levantarla siendo alguien más.
no soy yo
nunca lo fui
…
La lluvia borra mis huellas
y el polvo humedecido
sepulta mis recuerdos.
Contempla con asombro
la concatenación perfecta de engaños
evaporándose en mi alma
y en mi rostro
De la ilusoria ficción he creado
una orgía de lo aparente y lo oculto.
Trazas y figuras aparentes
absorben sañudamente mis identidades…
Entre configuraciones hipnóticas
enlazo la ilusión con la materia,
confundiendo interminablemente
las imaginaciones de mi inconsciente.
Entretanto,
mi rostro se curva sinuoso
entre yoes descabalados
que se confunden y unen entre sí,
Al final,
mi alma pronuncia sentencias tenebrosas
que me ponen otro nombre
y me arrancan el rostro
la concatenación perfecta de engaños
evaporándose en mi alma
y en mi rostro
De la ilusoria ficción he creado
una orgía de lo aparente y lo oculto.
Trazas y figuras aparentes
absorben sañudamente mis identidades…
Entre configuraciones hipnóticas
enlazo la ilusión con la materia,
confundiendo interminablemente
las imaginaciones de mi inconsciente.
Entretanto,
mi rostro se curva sinuoso
entre yoes descabalados
que se confunden y unen entre sí,
Al final,
mi alma pronuncia sentencias tenebrosas
que me ponen otro nombre
y me arrancan el rostro
Dentro del corazón aplanado,
un catálogo de identidades.
Algunas vivieron tan sólo una noche,
o una cita romántica;
algunas son tan viejas como la cicatriz en mi brazo,
esa que me hice robando eucalipto a dos cuadras de mi casa.
Algunas hacen fila india,
esperando el turno de convertirse
en el yo del momento,
ese que parece tan consistente y fijo
a los ojos de las viejecitas,
y la gente que no vemos hace mucho tiempo.
Unas son como burbujas efervescentes:
apenas tocan la atmosfera de la materialidad
se desvanecen sin decir adiós.
Me gusta hacer burbujas así,
cuando estoy muy feliz
o muy triste,
o sea, para situaciones extremas.
Unas me abandonaron,
otras las abandoné yo.
Las más bonitas son las más frágiles;
las más feas,
las que más uso.
No recuerdo haber tenido una sola,
siempre me parecieron un montón…
Soy una caja de títeres.
un catálogo de identidades.
Algunas vivieron tan sólo una noche,
o una cita romántica;
algunas son tan viejas como la cicatriz en mi brazo,
esa que me hice robando eucalipto a dos cuadras de mi casa.
Algunas hacen fila india,
esperando el turno de convertirse
en el yo del momento,
ese que parece tan consistente y fijo
a los ojos de las viejecitas,
y la gente que no vemos hace mucho tiempo.
Unas son como burbujas efervescentes:
apenas tocan la atmosfera de la materialidad
se desvanecen sin decir adiós.
Me gusta hacer burbujas así,
cuando estoy muy feliz
o muy triste,
o sea, para situaciones extremas.
Unas me abandonaron,
otras las abandoné yo.
Las más bonitas son las más frágiles;
las más feas,
las que más uso.
No recuerdo haber tenido una sola,
siempre me parecieron un montón…
Soy una caja de títeres.
¿Y qué dirá el augur
ahora cuando me he perdido irremediablemente
entre miles de sinfonías,
tan disímiles y tan frágiles como el susurrar del viento?
¿Qué podrá esperarse ahora de mí,
cuando ya me he consumido completamente,
ahogándome entre mares de plomo y tristeza,
En mares inmensos
en los que se encuentran miles de cuerpos míos,
todos devastados e inertes
como rocas a la intemperie?
Ahora las engañifas suculentas
con las que alimentaba al mundo
se alimentan de mí,
ahora soy su esclavo y su presa;
su servidor y su víctima…
Ya no soy capaz de regresar
al inicio del galimatías
que con tanta fruición
creaba
y redimía.
La confusión controlada de la que hice alarde
es ahora apenas una sinfonía
rota y dispersa
en la atmósfera,
en el desorden del que hago parte
y que también me constituye.
La faltriquera secreta
en la que reservaba mi rostro real
se ha roto,
y su contenido se dispersa ahora por el suelo,
rueda y se mezcla con la irrealidad
que no alcancé a guardar
cuando noté que mi bolsillo se desgarraba…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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ahora cuando me he perdido irremediablemente
entre miles de sinfonías,
tan disímiles y tan frágiles como el susurrar del viento?
¿Qué podrá esperarse ahora de mí,
cuando ya me he consumido completamente,
ahogándome entre mares de plomo y tristeza,
En mares inmensos
en los que se encuentran miles de cuerpos míos,
todos devastados e inertes
como rocas a la intemperie?
Ahora las engañifas suculentas
con las que alimentaba al mundo
se alimentan de mí,
ahora soy su esclavo y su presa;
su servidor y su víctima…
Ya no soy capaz de regresar
al inicio del galimatías
que con tanta fruición
creaba
y redimía.
La confusión controlada de la que hice alarde
es ahora apenas una sinfonía
rota y dispersa
en la atmósfera,
en el desorden del que hago parte
y que también me constituye.
La faltriquera secreta
en la que reservaba mi rostro real
se ha roto,
y su contenido se dispersa ahora por el suelo,
rueda y se mezcla con la irrealidad
que no alcancé a guardar
cuando noté que mi bolsillo se desgarraba…
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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Entre el rito acostumbrado
de ajustar el disfraz,
voy triturando mi cobardía,
que se ensordece con el eco perdido
del grito interior
que me reclama un día
sin antifaz… sin máscara,
un día sin camuflaje
ni engaños para el mundo.
¡Pero si esta máscara
es mi vino cotidiano,
mi mentira más fabulosa
que cuanto más fabulosa,
más mentira!
¡Pero si esta máscara
es mi sueño más lúcido
mi trampa más elaborada!
¡Pero si esta máscara
es el alborozo dulce del control,
el placer de la farsa,
la forma sublime de apariencia!
Ajusto el disfraz
Y oriento la máscara.
Se rompe un espejo.
Se quiebra mi rostro
y sonrío con la sangre a borbotones
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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de ajustar el disfraz,
voy triturando mi cobardía,
que se ensordece con el eco perdido
del grito interior
que me reclama un día
sin antifaz… sin máscara,
un día sin camuflaje
ni engaños para el mundo.
¡Pero si esta máscara
es mi vino cotidiano,
mi mentira más fabulosa
que cuanto más fabulosa,
más mentira!
¡Pero si esta máscara
es mi sueño más lúcido
mi trampa más elaborada!
¡Pero si esta máscara
es el alborozo dulce del control,
el placer de la farsa,
la forma sublime de apariencia!
Ajusto el disfraz
Y oriento la máscara.
Se rompe un espejo.
Se quiebra mi rostro
y sonrío con la sangre a borbotones
Poema de Miguel Ángel Adarme Acevedo publicado en la revista Capital Letter. No. 14 de la Universidad Nacional de Colombia. página 21.
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Necesito ahora al menos un milagro que me visite inesperado, de la nada; y que sin aviso se cuele en la cotidianidad de mis días, se inserte profundo y atronador y revolucione esas horas de existencia desesperante, que se ahogan en el vacío retumbante de la decepción.
Un pobre milagro que me ayude a esperar menos y a comprender más. Un mísero milagro que trastorne el curso de los acontecimientos y me regale un asomo de sorpresa y de sincera y plena felicidad o satisfacción. ¿Y por qué? Porque quiero dar más, quiero impresionar al futuro expectante que se asoma tímido espiándome cada día, como burlándose de mí.
Y luego, en la virtualidad de los mundos posibles, quiero hacerle trampa al destino y a toda forma de predestinación, y escaparme de este a uno de esos que se ven geniales desde fuera. Esos que nos inventamos cada noche en medio del despecho de la realidad estridente y aburrida que nos sofoca sin remedio.
Un pobre milagro que me ayude a esperar menos y a comprender más. Un mísero milagro que trastorne el curso de los acontecimientos y me regale un asomo de sorpresa y de sincera y plena felicidad o satisfacción. ¿Y por qué? Porque quiero dar más, quiero impresionar al futuro expectante que se asoma tímido espiándome cada día, como burlándose de mí.
Y luego, en la virtualidad de los mundos posibles, quiero hacerle trampa al destino y a toda forma de predestinación, y escaparme de este a uno de esos que se ven geniales desde fuera. Esos que nos inventamos cada noche en medio del despecho de la realidad estridente y aburrida que nos sofoca sin remedio.
No interesa cuán grandes sean tus deseos y empeños, siempre habrá un pequeño factor limitante que te harán pasar por alguien sumamente inferior a quien de verdad eres. No importa cuánto te esfuerces, cuánto lo intentes, cuánta energía le inyectes a tu vida por un motivo, siempre hay algo más impredecible y catastrófico que te condena al fracaso.
¿Por qué precisamente cuando quieres demostrar lo que eres fracasas reiterativamente? ¿Por qué es tan fácil ser apreciado por tus habilidades cuándo no te interesa en absoluto? En muchas ocasiones no existe un interés en demostrarle cosas de ti al mundo, y terminas haciéndolo muy bien, sin tanto deseo y pensamiento de por medio; ahora que necesito eso, no dejo de perturbarme y pienso demasiado, soy lento, torpe y nervioso.
Créeme, intento por todos los medios abrir de par en par las horas y los días de miedo y de nerviosismo, intento jugarle trucos sucios y engañarla con artificios brillantes. Pero al abrir mi rutina de par en par se cuelan ruidosos los pensamientos que he desconectado de mi mente; pero que no huyen de mí sino que me esperan en la puerta.
¿Por qué precisamente cuando quieres demostrar lo que eres fracasas reiterativamente? ¿Por qué es tan fácil ser apreciado por tus habilidades cuándo no te interesa en absoluto? En muchas ocasiones no existe un interés en demostrarle cosas de ti al mundo, y terminas haciéndolo muy bien, sin tanto deseo y pensamiento de por medio; ahora que necesito eso, no dejo de perturbarme y pienso demasiado, soy lento, torpe y nervioso.
Créeme, intento por todos los medios abrir de par en par las horas y los días de miedo y de nerviosismo, intento jugarle trucos sucios y engañarla con artificios brillantes. Pero al abrir mi rutina de par en par se cuelan ruidosos los pensamientos que he desconectado de mi mente; pero que no huyen de mí sino que me esperan en la puerta.
¿Te has sentido alguna vez tan impotente y miserable, que ni siquiera eres capaz de ser tu mismo en ningún lado, sólo en la soledad íntima y seca de tus lamentos privados?
¿Has conocido a ese duendecillo diabólico que te hace tropezar en todo lo que intentas? ¿Has visto su cara de placer cuando, a mayor esfuerzo tuyo por hacer las cosas bien, más fuerte te golpea, haciendo trastabillar y sentir torpe e inútil? ¿Te ha arrebatado oportunidades valiosas, ha destruido tus sueños; ha segado tu alma por la mitad, dejando los restos de tu miseria a quienes se alegran de tu desdicha?
¿Conoces la frustración burlándose descaradamente de ti, diseñada perfectamente para hacerte caer tan torpemente que crees que eres realmente poco inteligente, que eres muchísimo más débil que esa burla colándose en tus oídos con un sonido reiterativo y fastidioso?
¿Has conocido a ese duendecillo diabólico que te hace tropezar en todo lo que intentas? ¿Has visto su cara de placer cuando, a mayor esfuerzo tuyo por hacer las cosas bien, más fuerte te golpea, haciendo trastabillar y sentir torpe e inútil? ¿Te ha arrebatado oportunidades valiosas, ha destruido tus sueños; ha segado tu alma por la mitad, dejando los restos de tu miseria a quienes se alegran de tu desdicha?
¿Conoces la frustración burlándose descaradamente de ti, diseñada perfectamente para hacerte caer tan torpemente que crees que eres realmente poco inteligente, que eres muchísimo más débil que esa burla colándose en tus oídos con un sonido reiterativo y fastidioso?
Artista: Monokubo |
Las ruinas de muchos estremecimientos decrépitos
empiezan a derrumbarse…
Con denuedo soporto la sacudida
que arde de nuevo
Y no me importa…
No me importaría
No podría importarme otra vez
Viene después el sopor
que me hace querer huir
Para sentir
y observar desde la cueva de mi pecho
El espíritu de palabras y prognosis
me aleja del ímpetu
Y de las vendas insólitas de la locura
Los estallidos…
y aquél oleaje de escombros
llegan a mi caverna
Y hurgan,
casi atormentados
Dándome aquel pulso que libera
Y por entre los resquicios saboreo una cadencia distinta
Ah, si la gravidez y la emoción
Ahogaran gritos intensos
Que mi vida abarca
Recogiendo las máculas
hechas retazos
Ahora somos uno,
y sin intención,
lo mismo.
Puedo jurarlo
Me resta hacer que la lividez no sea dolorosa
Y luego adormecerme en extremos
Aquellos que casi se convierten en una especie de violencia…
[February 20th 2009]
empiezan a derrumbarse…
Con denuedo soporto la sacudida
que arde de nuevo
Y no me importa…
No me importaría
No podría importarme otra vez
Viene después el sopor
que me hace querer huir
Para sentir
y observar desde la cueva de mi pecho
El espíritu de palabras y prognosis
me aleja del ímpetu
Y de las vendas insólitas de la locura
Los estallidos…
y aquél oleaje de escombros
llegan a mi caverna
Y hurgan,
casi atormentados
Dándome aquel pulso que libera
Y por entre los resquicios saboreo una cadencia distinta
Ah, si la gravidez y la emoción
Ahogaran gritos intensos
Que mi vida abarca
Recogiendo las máculas
hechas retazos
Ahora somos uno,
y sin intención,
lo mismo.
Puedo jurarlo
Me resta hacer que la lividez no sea dolorosa
Y luego adormecerme en extremos
Aquellos que casi se convierten en una especie de violencia…
[February 20th 2009]
Las plegarias mustias
me obligaron a gritar
y a dejar ilusiones.
Recogí mis marchitas palabras
después de que el oráculo
me ordenase sepultar
los cadáveres de mis represiones
En la soledad tiesa
me he revolcado
en visiones de ingenio
me he saciado…
¿Quién puede acusarme de rogar mi salvación?
Es cierto que quise con empeño
romper mi condena
y reordenar el turbio paso del tiempo
Sólo un puñado de búsquedas restan ahora
Perdidas en mis polvorosos arrullos de pánico…
Ah, como si las caídas de los días fuesen quedándose en silencio
Detrás de mis oídos cerrados
hay que atravesar manchas falsificadas
y fenecer a una mirada yerta
hasta encontrar lejanas palabras
Luego, un níveo y nuevo camino:
Es mi pulso frenético
quemando mis inciensos
y desgranando esta corporación de rarezas…
Escrito por El Ilusionista, el 16 de Febrero de 2009
me obligaron a gritar
y a dejar ilusiones.
Recogí mis marchitas palabras
después de que el oráculo
me ordenase sepultar
los cadáveres de mis represiones
En la soledad tiesa
me he revolcado
en visiones de ingenio
me he saciado…
¿Quién puede acusarme de rogar mi salvación?
Es cierto que quise con empeño
romper mi condena
y reordenar el turbio paso del tiempo
Sólo un puñado de búsquedas restan ahora
Perdidas en mis polvorosos arrullos de pánico…
Ah, como si las caídas de los días fuesen quedándose en silencio
Detrás de mis oídos cerrados
hay que atravesar manchas falsificadas
y fenecer a una mirada yerta
hasta encontrar lejanas palabras
Luego, un níveo y nuevo camino:
Es mi pulso frenético
quemando mis inciensos
y desgranando esta corporación de rarezas…
Escrito por El Ilusionista, el 16 de Febrero de 2009
De forma inevitable
Los guardianes de mis visiones
Han humedecido sus armaduras
Un milenio después
A pesar de la aridez de mis palabras
Los gritos de agua sobre mi rostro
Todavía permanecen intactos
Los guardianes de mis visiones
Han humedecido sus armaduras
Un milenio después
A pesar de la aridez de mis palabras
Los gritos de agua sobre mi rostro
Todavía permanecen intactos
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